Luis Lidón y Marcelo Nagy
Bucarest/Budapest, 16 may (EFE).- Viktor Orbán, primer ministro ultranacionalista de Hungría, y George Simion, candidato nacional populista en Rumanía, admiran a Donald Trump, se declaran defensores del cristianismo y son críticos con la Unión Europea (UE), pero les enfrenta un relato nacionalista excluyente.
La manzana de la discordia es la minoría húngara de Transilvania, en el centro de Rumanía, compuesta por alrededor de 1,5 millones de personas.
En el relato victimista del nacionalismo húngaro que promueve Orbán, esta comunidad simboliza la gran injusticia histórica sufrida por Hungría tras el Tratado de Trianón de 1920, cuando el país perdió dos tercios de su territorio.
Para los ultranacionalistas rumanos, los húngaros de Transilvania son una amenaza para la integridad territorial del país. Ven en sus demandas de autonomía cultural y uso oficial del idioma húngaro un primer paso hacia posibles reivindicaciones separatistas.
Este conflicto expone las tensiones internas de una potencial "internacional ultraderechista". Aunque comparten enemigos comunes -Bruselas, el multiculturalismo, los valores liberales-, las heridas históricas y los nacionalismos cruzados dificultan la unidad.
Simion, líder del partido ultraderechista rumano Alianza por la Unión de los Rumanos (AUR) y favorito para la segunda vuelta de las presidenciales este domingo, ha suavizado el tono respecto a la comunidad húngara en Rumanía.
Esta minoría tiene una identidad cultural y política muy cohesionada. Vota de forma disciplinada y apoya desde hace décadas al UDMR, el principal partido de los húngaros en Rumanía.
Esta formación, que ha participado en la actual coalición de Gobierno con los socialdemócratas y conservadores, favorece al candidato liberal y proeuropeo Nicusor Dan.
Durante mucho tiempo, Orbán y su partido, Fidesz, han sido aliados estratégicos del UDMR. Pero ahora, la posible victoria de Simion abre un dilema: ¿Debe Orbán apoyar a un aliado ideológico con un historial de críticas a los húngaros de Rumanía?
En junio de 2024, cuando AUR se incorporó al grupo 'Conservadores y Reformistas Europeos' (ECR), Orbán lo dejó claro: Fidesz no se uniría a esa familia para no compartir grupo con un partido "extremadamente antihúngaro", en clara alusión al partido de Simion.
La decisión fue rotunda y poco después Fidesz fundó el grupo de 'Patriotas por Europa' con sus aliados austríacos, checos y alemanes.
Máté Kocsis, jefe del grupo parlamentario del Fidesz, escribió en redes sociales que era "imposible" sentarse junto a Simion en el Parlamento Europeo.
Pero tras la primera vuelta de las elecciones presidenciales el pasado 4 de mayo, en las que ganó Simion con gran ventaja, algo cambió y esta victoria generó confusión en la prensa afín a Orbán.
Algunos medios lo tildaron de extremista, otros destacaron sus puntos en común con el primer ministro húngaro.
Finalmente, Orbán rompió el silencio en un discurso: "No apoyaremos ninguna forma de aislamiento político contra Rumanía ni contra sus líderes. Los rumanos pueden contar con los húngaros en su lucha por el cristianismo y la soberanía".
Simion respondió en X: "Tenemos una lucha que ganar juntos".
Las críticas a Orbán desde los húngaros de Rumanía fueron inmediatas. Varios líderes del UDMR expresaron su descontento y calificaron las palabras del primer ministro como "tremendo error".
El líder del UDMR, Hunor Kelemen, habló con Orbán por teléfono y aseguró que para Budapest seguía siendo "determinante" la opinión de la formación. Es decir, el apoyo de Orbán a Simion no es tan firme como parece.
La clave está en los votos. Muchos magiares de Rumanía con doble nacionalidad participan en las elecciones húngaras, y en 2022 su apoyo fue crucial para Fidesz: el 94 % votó por Orbán.
Pero ahora, con el ascenso del opositor Péter Magyar en Hungría, que lidera las encuestas, esos votos podrían ser aún más decisivos en las elecciones de 2026. Por eso, Orbán no puede permitirse perder a los húngaros de Transilvania.
El analista Zoltán Lakner, sugirió en un reciente podcast que Orbán ve en Simion un posible "socio de veto" en la UE, en caso de que Bruselas tomara más medidas contra Budapest.
Mientras, Simion trata de congraciarse con los magiares de su país. En un debate presidencial, elogió al UDMR y dijo que "los húngaros son buenos ciudadanos" y que quienes promueven el conflicto entre húngaros y rumanos "deben ir al basurero de la historia".
Según la prensa húngara, Simion ha lanzado una campaña dirigida a las regiones de Transilvania con fuerte presencia magiar, en la que difunde mensajes y declaraciones de apoyo de Orbán, tanto en emisoras de radio como en medios digitales.
Sin embargo, para muchos en la comunidad húngara, sus palabras no borran el pasado. Simion ha sido acusado de profanar tumbas húngaras y de usar un lenguaje agresivo y violento contra símbolos y derechos húngaros.
Kelemen, el líder de UDMR, fue tajante hace unos días: "Simion no es amigo de los húngaros, y nunca lo será". EFE
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