La revolución de Flick

Hansi Flick transforma el Barcelona, logra el triplete nacional y revitaliza a la plantilla con su enfoque en el juego colectivo y la formación de jóvenes talentos de La Masia

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Xavier Serrano

Barcelona, 15 may (EFE).- La primera temporada de Hansi Flick en el banquillo del Barcelona ha supuesto una revolución en la entidad azulgrana, que ha recuperado la ilusión con un proyecto abanderado por los jóvenes de La Masia, y que en su estreno ha conquistado el triplete nacional -Supercopa de España, Copa del Rey y Liga- y se ha quedado a las puertas de la final de la Liga de Campeones.

El técnico alemán siempre había estado en la lista del presidente Joan Laporta, que sopesó su fichaje tras el cese de Ronald Koeman y antes de la llegada de Xavi Hernández en noviembre de 2021. Pero no es hasta la rocambolesca salida del catalán que el germano recala el pasado verano en el club catalán.

Un destino con el que Flick había fantaseado durante más de veinte años, desde que visitó por primera vez el Camp Nou invitado por Nike como propietario de uno de los establecimientos con más ventas de la marca en Alemania.

Sin embargo, aterriza en un momento difícil, tras un año en blanco y sin apenas refuerzos (Dani Olmo y Pau Víctor) a causa del 'fair play' financiero.

Pese a desconocer tanto el idioma como el entorno de la entidad y no tener ningún vínculo previo, Flick intenta entender al Barça. Tras su fichaje, recibe de Laporta una carta explicándole la identidad del club, sus valores, su historia y el significado de ser 'Més que un club'. Además, para ahondar en su comprensión del barcelonismo, se cita con Pep Guardiola para conocer tanto el estilo de juego como el funcionamiento interno de la entidad.

Los resultados y el juego ofensivo del equipo ayudan a que su figura sea apreciada por el plantel, la directiva y la masa social, que valora la ética de trabajo y la cercanía de un entrenador que a menudo participa en los eventos sociales del club y asiste a los partidos de la cantera, identificada por el alemán como la piedra filosofal del éxito en can Barça.

En la sala de prensa, Flick transmite estabilidad y actúa como un hombre de club. Es humilde en la victoria y sereno en la derrota. No suele dar grandes titulares, protege a los jugadores y antepone el elogio colectivo al individual, aunque a veces endurece el tono para criticar los horarios de LaLiga o la actitud de algunos suplentes.

De puertas para adentro, el técnico es estricto con la puntualidad y honesto en el trato con los jugadores, que destacan cómo ha subido la exigencia en los entrenamientos y esto ha revertido en una mejor preparación física.

Este era un aspecto clave para el club, que en verano remodeló el equipo de preparadores físicos y fisioterapeutas para evitar la plaga de lesiones musculares de años anteriores. Y Flick, cuyo estilo de juego exige un alto desgaste, escucha a los expertos para administrar la carga de esfuerzos ante la exigencia del calendario.

La llegada del alemán cambia la mentalidad del vestuario. El Barça pasa de ser un equipo con tendencia a derrumbarse sobre el campo y con problemas para competir en los grandes escenarios, a otro que se crece ante los grandes retos, nunca se da por vencido y siempre busca un gol más.

Esta ambición se refleja en el campo, con una propuesta que pronto convence a la plantilla. El Barcelona adelanta la línea defensiva a la medular y perfecciona la técnica del fuera de juego. Armoniza el sistema de presión en campo rival y es agresivo en la recuperación tras pérdida para asociarse en velocidad hacia el arco opuesto. Potencia la verticalidad sin renunciar al control, da libertad sin perder la estructura.

Esta combinación de factores mejora el rendimiento de la mayoría de jugadores. En ataque, Lamine Yamal se confirma como una estrella mundial a los 17 años y Lewandowski recuerda con 36 al goleador voraz del Bayern, mientras que Raphinha se reinventa y pasa de tener un pie en Arabia Saudí a opositar al Balón de Oro.

Szczesny abandona el retiro en Marbella y suple la grave lesión de Ter Stegen bajo palos. En defensa, Iñigo Martínez se adapta con 33 años a jugar lejos del área e impone su liderazgo al lado de Pau Cubarsí, indiscutible a los 18. También Kounde se afianza en la banda derecha y Balde retoma en la izquierda su prometedora irrupción.

Y en la medular, Pedri olvida las lesiones y dicta el ritmo de los partidos. Junto a él, De Jong regresa de una larga ausencia para ser importante pese al recelo de parte de la afición. Pero son muchos otros los que responden cuando Flick les necesita (Olmo, Ferran Torres, Eric Garcia, Casadó, Fermín, Gavi o Gerard Martín).

Una revolución que ha cambiado el presente y alumbra un nuevo futuro para el Barça, que con el proyecto iniciado por el técnico alemán aspira a construir una nueva era de éxitos. EFE