Ahmed al Sharaa, el ex líder islamista que hoy departe amistosamente con Donald Trump

Ahmed al Sharaa, después de derrocar a Bachar al Asad, busca legitimidad internacional tras su encuentro con Trump; enfrenta desafíos sobre el terrorismo y la estabilidad en Siria

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El Cairo, 14 may (EFE).- El presidente interino de Siria, Ahmed al Sharaa, ha pasado en pocos meses de ser un terrorista declarado por EE.UU. a dirigir una exitosa ofensiva militar, proclamarse presidente de su país tras derrocar a la dinastía de los Al Asad y a departir ahora amistosamente con el presidente estadounidense Donald Trump.

La imagen de Al Sharaa - hace apenas seis meses bajo el nombre de guerra de Abu Mohamed al Jolani - sentado junto a Trump en Riad y con el príncipe heredero saudí Mohamed Bin Salmán como cicerone y facilitador, es un espaldarazo a los esfuerzos de cambio de imagen y políticas hechos por el nuevo presidente sirio, que lo integra como uno más en el mundo de la política regional e internacional.

El encuentro de los dos presidentes y el monarca se produjo durante una reunión especial de líderes Consejo de Cooperación de Golfo (CCG) y representa la primera vez que mandatarios de EE.UU. y Siria se ven las caras en 25 años, apenas 24 horas después de que Trump anunciara la eliminación de las sanciones internacionales que pesaban sobre el país árabe para, según dijo, darles la oportunidad "de brillar".

El fin de las sanciones es un triunfo político para Al Sharaa (Riad, 1982), que desde que asumió el poder en Siria tras derrocar a Bachar al Asad en una ofensiva relámpago el pasado mes de diciembre se centró por activa y pasiva en la supresión de las sanciones que pesaban contra su país.

Poco a poco fue logrando sus objetivos y primero fue recibido por varios líderes regionales, luego invitado a cumbres y, hace pocas semanas, fue recibido en París por Emmanuel Macron, quien también abogó por el fin de las sanciones al país.

En el ínterin, las tensiones en Siria y los brotes de violencia sectaria que han involucrado a soldados y milicianos afines a su gobierno no parecen haberle pasado factura, mientras se ha esforzado en proyectar una imagen de moderación y modernidad, claramente enraizada en el islamismo pero muy alejada de los postulados radicales con los que empezó su vida política.

También parece haber sorteado la presión israelí, cuyos medios y políticos lo siguen denominando Al Jolani e insisten en calificar su gobierno como islamista radical mientras el Ejército del Estado judío bombardea impunemente el país y ocupa territorio sirio aduciendo que así protege a sus minorías étnicas y religiosas.

Al Sharaa, de familia acomodada, confesó al canal PBS estadounidense en 2021 que su militancia política comenzó con la Segunda Intifada Palestina en el año 2000 y la invasión estadounidense en Irak, en 2003, que le empujaron a "cumplir" con su "deber" de "defender" a la comunidad árabe "perseguida por los ocupantes e invasores".

Pasó a Irak y allí fue arrestado por los norteamericanos en la prisión de Abu Ghraib y pasó en total cinco años encerrado en diferentes cárceles iraquíes.

En 2011, Abu Bakr al Bagdadi, quien fue luego el primer líder del grupo yihadista Estado Islámico (2014-2019), encargó a Al Jolani establecer una rama de Al Qaeda en Siria, que se formó bajo el nombre Frente al Nusra con "miembros, dinero, armas y asesoramiento directamente de Al Qaeda", según el Consejo de Seguridad de la ONU.

Asentado en Idlib, en el norte de Siria, desde donde se atrincheró en su lucha contra el régimen de Al Asad, se fue desligando del islamismo más radical y anunció la disolución del Frente al Nusra para crear el Organismo de Liberación del Levante (Hayat Tahrir al Sham, HTS, en árabe), una amalgama de fuerzas islamistas, nacionalistas, pro turcas, y enemigas del régimen de Damasco.

Esa disolución significaba la ruptura con Al Qaeda y convertirse en una fuerza cuyo único fin era derrocar a Al Asad, lo que creó fricciones internas y la ruptura con las facciones yihadistas.

En Idlib, bajo el control de su grupo, estableció en 2017 el Gobierno de Salvación, una suerte de frente político y civil de la agrupación en las zonas que escapaban al control del Gobierno sirio.

En este contexto, comenzó a ponerse ropas de civil y a viajar por Siria y Turquía pese a la recompensa de 10 millones de dólares ofrecida por EE.UU. por su cabeza.

 A fines de noviembre de 2024, inició una ofensiva que derrumbó en cuestión de días el régimen de Al Asad y tomó el control de Damasco, prometiendo en el camino estabilidad, defender a las minorías religiosas y acabar con el sectarismo, todo sin abandonar su rigorismo religioso.

Si bien el éxito del fin de la sanciones estadounidenses -que desató festejos en Siria- es un punto político a favor, no está tan claro como podrá cumplir con los pedidos expresos de Trump para que "los terroristas extranjeros" abandonen el país, que expulse a los "terroristas palestinos" y que ayude a EE.UU. a eliminar a los restos de Estado Islámico.

Los extranjeros que estuvieron con Al Sharaa en los últimos años, muchos del Cáucaso o Asia central, están entre sus milicianos más radicales y feroces, mientras que reprimir a grupos como EI puede exponer debilidades de su gobierno y hacer saltar una nueva guerra en el país. EFE