Paula Bayarte
Chiclayo (Perú), 10 may (EFE).- La imagen de León XIV sirviéndose concentrado, un plato típico de comida casera peruana, con frejoles, arroz y guiso de pollo, fue de las primeras pistas de su corazón latinoamericano. Pero la fotografía esconde un secreto, esa generosa ración no era para él, sino para repartir a personas sin recursos de Chiclayo, la diócesis donde fue obispo ocho años.
Junto a la radiante catedral, una puerta de metal negra da paso al centro parroquial, donde, entre otros usos, se esconde una pequeña y oscura cocina con solo una ventana en la que Gaby Ruzasto, colaboradora del establecimiento, corta cebolla, zanahorias y pimientos.
Aún con la emoción a flor de piel tras escuchar en español al nuevo papa en el balcón del Vaticano saludar a la diócesis de Chiclayo, relata a EFE que eran habituales las visitas de Robert Prevost a la cocina, la misma que aparece en la ya célebre foto y que a diario prepara decenas de raciones para personas sin hogar y migrantes.
"El papa León XIV es muy cercano, en la cocina nos visitaba y observaba qué alimentos se preparaban", cuenta desde el centro parroquial, ubicado muy cerca del Obispado, donde el entonces obispo residía.
Aunque ese plato que León XIV se sirvió en esa ocasión no era para él, la colaboradora y cocinera dice que, efectivamente, disfrutaba de la comida norteña, especialmente con el seco de cabrito.
Recordó que en una ocasión les habían regalado un pato y querían intentar que ese pequeño animal llegara para repartir unas 35 raciones y, en el momento de apuro, llegó Prevost para preguntarle qué había de comer y con la voz baja dijo que arroz con pato, a lo que el estadounidense clamó "¡oh, qué rico van almorzar!".
Explica que el compromiso del nuevo pontífice con esta tierra de Chiclayo fue tal que, en la mayoría de pueblos de la extensa Diócesis, se pueden encontrar testimonios de personas que lo conocieron, porque se movía constantemente por el territorio.
De hecho, estos días las redes sociales se han inundado de cientos de fotos de personas de todas las edades junto a Prevost en multitud de puntos del norte de Perú en celebraciones religiosas, acciones humanitarias, festividades y también selfis.
Ruzasto dice tímidamente, mientras remueve el sofrito, que no quiere presumir, pero que conocer al actual papa es un "auténtico regalazo", porque siempre estaba interesado y preocupado por quienes le rodeaban.
Coincide el encargado del local parroquial, Guillermo Vásquez, que destacó que pese a ser obispo, era totalmente accesible a todo tipo de personas, desde los jóvenes a quienes siempre intentaba motivar para participar en actividades, hasta las personas que esperaban su ración de comida tras la puerta negra.
"No es casualidad, aquí pedíamos todos un papá así y el señor nos ha regalado al papá León XIV. Es una emoción, así que seguimos orando por él siempre por su labor, ahora por los frutos como papa, con todo el corazón", dice con lágrimas la hábil cocinera. EFE
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