Bogdan Dasic
Belgrado, 8 may (EFE).- El presidente de Serbia, el nacionalpopulista Aleksandar Vucic, desafía a la UE con su decisión de asistir este viernes en Moscú al desfile del "Día de la Victoria", invitado por Vladímir Putin, una medida que, según los analistas, refuerza su imagen ante sectores nacionalistas en un momento de crisis política interna.
El viaje a la capital rusa, muy criticado por Bruselas, no reporta beneficios concretos para Serbia, según los analistas consultados por EFE, pero busca reforzar la imagen del mandatario ante sus bases en medio de una inédita oleada de protestas contra el Gobierno.
"Lo único en lo que piensa la Unión Europea (UE) es en cómo castigar a Serbia y a mí, mientras ignoran las crisis globales, como las tensiones entre India y Pakistán, o la escasez de energía. Su obsesión es mi viaje a Moscú", dijo Vucic hace unos días, según el canal regional de noticias N1.
El presidente serbio llegó el miércoles por la tarde a Moscú, a bordo del avión presidencial, tras una escala en Azerbaiyán.
El desfile del "Día de la Victoria" es uno de los principales eventos patrióticos de Rusia, celebrado cada 9 de mayo en la Plaza Roja de Moscú, y conmemora la victoria de la Unión Soviética sobre la Alemania nazi en 1945.
En los últimos años, especialmente desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania en 2022, el Kremlin ha utilizado la celebración para construir un relato que legitima su guerra, presentándose como el sucesor histórico de la lucha contra el fascismo.
"En la actual constelación de relaciones internacionales, la visita de Vucic a Putin, una persona acusada de crímenes de guerra por la Corte Penal Internacional, representa una provocación del régimen de Belgrado hacia Occidente", sostiene el analista Dinko Gruhonjic en declaraciones a EFE.
La UE ha sido clara: cualquier participación en ese evento por parte de países candidatos como Serbia, supone un desafío a los principios comunitarios.
"Ir a Moscú y celebrar con Putin o su ejército, que está matando personas en Ucrania, es algo completamente opuesto a los valores europeos", advirtió recientemente la comisaria de Ampliación, Marta Kos, durante una visita a Serbia.
Y reiteró que los países en proceso de adhesión "deben alinearse plenamente con la política exterior y de seguridad de la Unión antes de ingresar en el bloque", algo que Serbia no ha hecho hasta ahora.
Belgrado tampoco se ha unido a las sanciones occidentales contra Moscú, y mantiene relaciones cercanas con Rusia, un país con el que tiene profundos lazos históricos y culturales, como la religión cristiano ortodoxa.
Además, Moscú es el principal valedor de Belgrado en su campaña internacional contra la independencia de Kosovo, una antigua provincia serbia habitada por albaneses étnicos que declaró de forma unilateral su independencia en 2008.
Según analistas locales, la visita a Moscú responde a razones internas, ya que Serbia atraviesa una inédita crisis marcada por protestas lideradas por universitarios que desde hace más de seis meses exigen reformas democráticas y denuncian las prácticas autoritarias de Vucic y su entorno.
El analista y periodista serbio Ivan Protić señaló a EFE que el viaje a Rusia no aportará beneficios concretos al país, pero sí podría mejorar la popularidad de Vucic en un contexto de protestas, aprovechando -dijo- la simpatía histórica de amplios sectores de la sociedad serbia hacia Rusia.
Sin embargo, este viaje "solo aumentará las críticas de la UE hacia la política exterior de Serbia y seguiría ralentizando su camino hacia la UE", advirtió Protic.
Serbia se convirtió en país candidato a la adhesión a la UE en 2012, pero en los últimos años apenas se han dado avances en las negociaciones con Bruselas.
Aunque la integración sigue siendo oficialmente el objetivo, en el nuevo Gobierno serbio que asumió el cargo a principios de abril, hay decididos opositores a entrar en la UE, como el ministro de Información, Boris Bratina, quien es conocido por haber quemado la bandera del bloque en una ocasión.
Otros analistas critican a la UE y, especialmente, a Alemania, por haber tolerado a Vucic durante la última década, pese a sus tendencias autoritarias y sus ataques a la prensa, debido a que preferían la estabilidad a promover la democracia en los Balcanes.
Gruhonjic indica en ese sentido que la estrategia serbia de equilibrio entre la UE y Rusia, tolerada hasta ahora por la UE, puede haber llegado a su final porque "ya no hay espacio para sentarse en dos sillas al mismo tiempo".
"Es probable que Vucic, que ha tratado de equilibrar torpemente entre ambos bloques, acabe cayéndose y eso le dolerá mucho", concluyó el analista.EFE
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