Paula Bernabéu
Tel Aviv, 8 may (EFE).- Los días que siguieron al ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023, la asistencia de soldados reservistas en el Ejército de Israel se disparó: quienes recibían el llamado a la reserva acudían a servir y, quienes no, se presentaban voluntariamente en los cuarteles. A 19 meses del inicio de la ofensiva en Gaza, la cifra se ha desplomado en una sociedad cansada y que ve en la guerra una cruzada política del Gobierno.
El Ejército elude aportar las cifras de quiénes acuden a su llamado: "No ha habido un cambio drástico en los índices de alistamiento", apunta a EFE al preguntar por una escasez de tropas cada vez más presente en la prensa nacional. Al requerir la cifra concreta del índice, se limitan a responder: "Por el momento no tenemos más comentarios".
La cadena pública israelí Kan apuntaba en marzo a que este índice ha caído hasta el 60 %, la mitad de lo que era en octubre de 2023. Entonces, 300.000 fueron llamados a filas y acudieron decenas de miles más.
"Hemos decidido hacer esto para detener las muertes innecesarias (en Gaza), traer de vuelta a todos (los rehenes) y poner fin a una guerra que continúa por intereses políticos", explica a EFE en su casa, bajo condición de anonimato, un reservista de 24 años que ha decidido renunciar.
Entre junio y julio de 2024 formó parte de una "unidad clasificada" (como se refiere a ella por seguridad) en la ofensiva en Gaza. Acudió a filas a pesar de haber participado en los meses previos en manifestaciones propalestinas: "Me decía que había enemigos de la paz en Gaza y que teníamos que combatir contra ellos".
"En esos dos meses me di cuenta de que servir en el Ejército es un 'consenso'. En Israel se da por hecho que estamos rodeados de enemigos y que tienes que servir para mantener a salvo tu hogar. Y esto se puede utilizar de una manera muy cínica para conseguir objetivos políticos que no tienen nada que ver con la seguridad a largo plazo", añade.
Alegando un "problema médico", este reservista aparece ahora como 'no disponible' en las listas de combatientes del Ejército, pero renunciará activamente cuando le llamen a filas. Recurrir a motivos médicos o a salir del país se ha convertido entre muchos israelíes en una forma pasiva de evitar combatir.
Ahora no ve cómo la ofensiva pretende cumplir con el objetivo de recuperar a los 59 rehenes aún cautivos en Gaza, especialmente después de que Israel rompiera el alto el fuego (que auspició la liberación de 38 de ellos) el 18 de marzo.
El 21 de abril, el ministro de Finanzas, el ultraderechista Bezalel Smotrich, aseguraba en una entrevista que "recuperar a los rehenes no es lo más importante" para el Gobierno. A pesar del revuelo causado, el primer ministro, Benjamín Netanyahu, le siguió poco después, asegurando que, aunque los cautivos son importantes, "el objetivo final" de la ofensiva es destruir a Hamás.
Netanyahu "sabe que, si decide parar la guerra, se quedará sin Gobierno, porque los ministros de extrema derecha le amenazan, le chantajean con abandonarlo", dice en una llamada telefónica Guy Poran, piloto retirado que en abril encabezó la redacción de una carta exigiendo el final de la ofensiva y el retorno inmediato de los cautivos con casi mil firmantes entre militares retirados y reservistas.
Israel aprobó el 5 de mayo expandir sus operaciones en Gaza y pasar a ocupar más territorio en el enclave. De cara a esta nueva fase, el Ejército está llamando a decenas de miles de reservistas que en su mayoría serán destinados a la frontera con Líbano o Cisjordania, con el fin de que los soldados regulares sean reubicados en la Franja.
La reserva militar se creó para que Israel pueda movilizar rápido a combatientes para conflictos puntuales de corta duración con sus vecinos -minimizando las bajas y buscando no afectar a la economía-, pero la guerra en Gaza contradice su naturaleza: la ofensiva suma 19 meses y hay reservistas que han servido desde que empezó, según Poran.
El Ejército extendió además en febrero por cuatro meses la duración del servicio militar obligatorio (de al menos 32 meses para los hombres y 24 para las mujeres mayores de 18 años), haciéndolos computar como tiempo en la reserva.
Cuando los israelíes terminan el servicio pasan a formar parte de este cuerpo. Antes de la guerra en Gaza podían ser reclutados hasta los 40 años, en el caso de los soldados, y los 46, en el de los oficiales, una edad máxima que ya se amplió en un año en verano de 2024.
Ante un Ejército que elude pronunciarse por la escasez de combatientes, pero busca reclutar a miles de ellos, el reservista entrevistado por EFE reivindica su decisión.
"Nos vemos como auténticos patriotas que aspiran a la paz y la seguridad de todos los que viven en estos territorios", asevera. "Sentimos que las políticas que se siguen en esta guerra van contra los intereses de Israel y hacemos esto porque nos preocupa el lugar en el que nacimos, en el que queremos vivir en paz y seguridad". EFE
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