Patricia Carro
Burgos (España), 8 may (EFE).- Un año después de que las monjas de Belorado (España) abandonaran la Iglesia católica el cisma se dirime en los tribunales, con varias causas pendientes que implican a las exclarisas y al arzobispo de Burgos, Mario Iceta, entre ellas el desahucio del monasterio, cuya resolución todavía está lejana.
El 8 de mayo del pasado año, un grupo de monjas del Monasterio de Santa Clara de Belorado firmaba lo que denominaron un manifiesto católico en el que anunciaban su decisión de abandonar la Iglesia.
El próximo martes está prevista una vista en el juzgado por la demanda de desahucio presentada por el Arzobispado de Burgos (norte) para que las ya exreligiosas, pues fueron excomulgadas, salgan del convento.
Sin embargo, es probable que la cita se suspenda después de que este miércoles sus abogados hayan presentado una petición de recusación contra la jueza que instruye el caso, al cuestionar su imparcialidad.
Tras meses de denuncias cruzadas e intervenciones televisivas, ayer las exmonjas y el arzobispo se encontraron por primera vez en los tribunales, en una vista de diligencias previas por la denuncia contra Iceta por coacciones, administración desleal y revelación de secretos.
Pendiente de resolución está también la investigación abierta tras la venta de 1,73 kilos de oro por 130.000 euros que realizó la exabadesa, Laura García de Viedma, en nombre del monasterio, y por la que está investigada por un delito de estafa indebida junto a otras dos exclarisas.
La economía del monasterio ha centrado la atención desde el inicio, ante una supuesta trama inmobiliaria detrás de la decisión que las exmonjas siempre han defendido como doctrinal.
El manifiesto recogía el argumentario sedevacantista, que no reconoce la autoridad del papa, y las religiosas se acogían en su salida a la jurisdicción de un falso obispo, Pablo de Rojas, excomulgado en 2019, de la mano de la Pía Unión, considerada una secta, y un falso cura, José Ceacero.
De Rojas llegó a actuar como mediador en la búsqueda de un benefactor que comprara de un monasterio en Orduña, ambos en el norte de España, después que la Santa Sede frenara la venta de otro en Derio, y las exmonjas no pudieran cumplir con el pago de 1,2 millones para hacerse con Orduña.
Un grupo de diez religiosas ratificó ante notario y sin pasar por un tribunal eclesial su decisión de abandonar la Iglesia católica, un movimiento del que no participaron las cinco hermanas más mayores, en junio del año pasado.
El arzobispo firmó su excomunión y expulsión de la vida consagrada y, tras reclamar de manera reiterada su salida del monasterio, interpuso una demanda de desahucio en septiembre.
Para entonces, el cisma de Belorado se había convertido en un conflicto mediático, con presencia casi permanente de periodistas en el convento, aderezado por el desfile de falsos obispos.
A De Rojas y Ceacero, que abandonaron el monasterio expulsados por las exmonjas, les siguieron el falso obispo brasileño Rodrigo Henrique Ribeiro Da Silva y Rafael Cloquell, que actualmente las asiste espiritualmente.
El nombramiento del arzobispo como comisario pontificio de los monasterios de Belorado, Derio y Orduña, con plenos poderes administrativos, patrimoniales y religiosos, sometió a fiscalización las cuentas de la comunidad, con denuncia de "asfixia económica" por parte de las exmonjas.
La respuesta de las de Belorado fue lanzar una línea de chocolates y conseguir una invitación al certamen gastronómico Madrid Fusion, aunque la organización acabó anulando su presencia.
Las dificultades para seguir operando con el obrador de Belorado y la escasez de recursos económicos las llevaron a buscar una alternativa.
Un restaurante en Arriondas (norte), alquilado por 1.600 euros al mes, donde también compraron un terreno de 7.000 metros cuadrados para sus proyectos con animales, su último refugio económico. EFE