São Paulo, 8 may (EFE).- La desigualdad en Brasil cayó el año pasado a su nivel más bajo desde 2012, aunque todavía permanece en cotas "bastante elevadas", informó este jueves la oficina de estadísticas del Gobierno.
La brecha económica se redujo gracias, principalmente, a que los ingresos medios mensuales per cápita de las familias brasileñas volvieron a batir un nuevo récord en 2024, hasta los 2.020 reales (360 dólares), un 4,7 % más frente a 2023.
Ese incremento fue, sin embargo, ligeramente inferior a la inflación con la que cerró Brasil en 2024, que fue del 4,8 %. Ese año, la economía brasileña creció un 3,4 %, con una tasa media de desempleo del 6,6 %, la menor desde 2012.
Según los datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), el 10 % de la población más rica ganó el año pasado 13,4 veces más que el 40 % más pobre.
Esa diferencia es la menor desde que se empezó a contabilizar la estadística, en 2012.
La mayor diferencia fue de 17,1 veces en 2018, último año del mandato del entonces presidente conservador Michel Temer (2016-2018), quien promovió una agenda de corte liberal en el ámbito económico.
El IBGE explicó en su informe que los ingresos medios per cápita del 40 % de la población más pobre alcanzaron un nivel récord en 2024.
En este sentido, entre 2023 y 2024, el aumento de los ingresos medios per cápita "se dio con mayor intensidad" en las capas más humildes de la sociedad, mientras que en el extremo superior, "el crecimiento fue muy inferior al promedio nacional".
Entre los factores detrás de ese comportamiento está el dinamismo del mercado laboral, así como las subidas anuales del salario mínimo y los programas sociales promovidos por el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, en el poder desde el 1 de enero de 2023.
El líder progresista se ha marcado como una de las grandes prioridades de su mandato reducir los niveles de pobreza mediante programas de distribución de renta y de acceso al crédito en condiciones ventajosas para consumidores e inversores.
También ha prometido volver a sacar a Brasil del mapa del hambre de la ONU, al cual el país suramericano volvió durante la administración del ultraderechista Jair Bolsonaro (2019-2022).