El Hotel Sabaneta, el olvidado campo de confinamiento colombiano en la II Guerra Mundial

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Ovidio Castro Medina

Bogotá, 7 may (EFE).- Los vestigios de una torre es todo lo que queda en pie del Hotel Sabaneta, una casona de Fusagasugá, en el centro de Colombia, que pasó de ser un lugar de reunión de gente adinerada y políticos al sitio en el que el Gobierno confinó a un grupo de alemanes, japoneses e italianos al final de la Segunda Guerra Mundial.

Ese lugar funcionó entre 1944 y 1945. Allí fueron a parar más de 100 alemanes, al igual que un puñado de italianos y japoneses sospechosos de apoyar a los países del Eje, la alianza militar formada por sus países.

"La denominación de campo de concentración es fuerte, compleja; en realidad, se podría tomar de esa manera porque fue un lugar en el que, por una directriz del Gobierno Nacional, se concentraron alemanes, italianos y japoneses", asegura a EFE Tatiana Moreno, de la Gestión Académica de las Escuelas de Formación de Fusagasugá.

Para la funcionaria, lo que ocurrió en esa ciudad, a 80 kilómetros de Bogotá, es que "en el imaginario de las personas" están "los campos de concentración que remiten a la Alemania nazi, pero lo de Fusagasugá fue un proceso muy diferente en el cual las personas pagaban su estadía y tenían una vida muy distinta a la de los verdaderos campos de concentración".

"Para la época, era un lugar de reunión de políticos, de empresarios y de otras personas. Era una construcción muy moderna para entonces, porque tenía tres plantas y una torre; pero con la guerra todo cambió y pasó a albergar a extranjeros", comenta la ingeniera Carlota Méndez, de la Secretaría de Cultura de esa población veraniega.

De ese lujo, añade, "ya no queda nada porque no existía el concepto de patrimonio histórico y, como fue una construcción privada, vinieron unas personas y tumbaron la edificación de la que solo queda una torre que hace parte de un negocio ubicado sobre una avenida de Fusagasugá. Si uno no conoce la historia del lugar, pasa por el frente sin saber que es un pedazo de la historia de la ciudad y del país", añade.

Lo que pasó en el Hotel Sabaneta es un hecho que pocos recuerdan, y la torre de vigilancia solo es un mudo y olvidado recuerdo de la II Guerra Mundial, de la que este 8 de mayo se cumplen 80 años.

Por su neutralidad, Colombia se había convertido en un destino atractivo para las personas que huían de la violencia, con marcado interés de judíos y europeos en general.

Sin embargo, todo comenzó a cambiar cuando la Armada Imperial Japonesa atacó por sorpresa la base naval estadounidense en Pearl Harbor, en la isla de Oahu (Hawái), el 7 de diciembre de 1941. Este ataque causó graves daños a la flota del Pacífico y llevó a Estados Unidos a entrar en la guerra.

Posteriormente, Colombia entró al conflicto, aunque sin tropas, debido al hundimiento en el Atlántico de tres goletas por submarinos alemanes, lo que llevó al país a declarar, en 1943, el "estado de beligerancia" contra Alemania.

La declaración del "estado de beligerancia" fue una medida del Gobierno colombiano para defender sus intereses y la seguridad de sus rutas marítimas en un alineamiento con Estados Unidos.

Durante la guerra, Washington creó una "lista negra" en la que estaban personas y empresas de la región, acusadas de colaborar con el Eje.

En ese contexto, Eduardo Santos Montejo (1938-1942), presidente colombiano de la época, decretó la concentración de los extranjeros que aparecían en la lista divulgada por Estados Unidos.

La mayoría de ellos fueron recluidos en el Hotel Sabaneta, y al menos otros 10 fueron enviados a una casa en la localidad de Cachipay, en el departamento de Cundinamarca.

Las publicaciones de la época coinciden en que las condiciones del encierro eran generalmente aceptables, y los detenidos no debían trabajar, pero tenían que pagar su estadía.

Terminada la guerra, y como jamás se comprobó que tuvieran algún tipo de colaboración con el Eje, todos fueron dejados en libertad y algunos recibieron una insignificante indemnización por los bienes que les fueron confiscados. EFE