Tomás Frutos
Roma, 7 may (EFE).- El duelo entre el Inter de Milán y el Barcelona fue antológico. Queda ya en la historia de la competición una eliminatoria que cayó del 'lado' nerazzurro' por un engranaje colectivo que funcionó a la perfección y por 4 jugadores que rubricaron una actuación fenomenal, liderada por el gol de Frattesi y secundada por las paradas de Sommer, la fe ciega de Acerbi y el sacrificio de Lautaro.
Cuando el partido parecía encaminarse a los penaltis, cuando la gloria rozó el nombre de Rapinha y cuando San Siro más necesitaba a un héroe, apareció Davide Frattesi para desatar la locura con un golazo de nueve puro.
Él, mediocentro llegador, suplente habitual y goleador acostumbrado a los minutos finales, se disfrazó de delantero por enésima vez para dar una alegría inmensa a su gente, con la que celebró de manera eufórica un gol para la historia del club interista que le provocó un mareo en los últimos minutos que casi provoca su cambio.
Nada de la victoria del Inter se puede entender sin la soberbia actuación de Yann Sommer bajo palos. A sus 36 años rubricó la mejor noche de su carrera sin ninguna duda, autor de 3 paradas que muchos porteros con mayor reconocimiento solo han podido soñar.
La primera a Eric García, apareciendo de la nada para negar el empate y mantener con vida a los suyos, aunque fue solo por unos minutos. La segunda a Lamine Yamal, en un disparo que iba directo a la escuadra como aquel que el español le marcó a Francia en otras semifinales, las de la Eurocopa.
Y la tercera, la más bestia de todas, otra vez a Lamine Yamal. En la prórroga, con el Barcelona volcado y con Lamine paseando su zurda magistral con un disparo brutal que todo el mundo dio por gol. Todos menos Sommer, salvador con un roce de dedos histórico, creyente en su vuelo como nadie más y merecido MVP de la mejor noche de su vida en lo deportivo.
Tuvo que ser un central de 37 años el que tirara de físico para poder salvar al Inter cuando estaba contra la lona. Nadie más corrió tanto como él en ese último minuto. Nadie más tuvo la fe ciega que le empujó a colocarse como nueve en el minuto 93. Nadie más, puede que ni siquiera un delantero puro, le hubiera ganado tan bien la partida a un despistado Araújo.
Definió con instinto, con su pierna mala, con la diestra, arriba imposible para Szczesny. Actuación encomiable la suya que le permitió marcar su primer gol en Europa y mostrar su lomo tatuado a todo un San Siro que le estará eternamente agradecido por llevar el partido a la prórroga.
Y por último el compromiso de un capitán seguramente infravalorado. Máximo goleador del Inter en 'Champions', no falló a su cita con el gol en un partido en le que casi ni se le esperaba. Comprometió su recuperación para poder estar en el partido más importante. Apostó y ganó. Lautaro es parte de la historia ya no solo del Inter, sino del fútbol italiano.
"Estaba un poco en duda porque tenía la pierna un poco mal. Los primeros días estuve llorando en casa porque no era lo que quería. Hice doble sesión toda la semana. Busqué recuperar pese al poco tiempo y pude estar en el campo. Vivo el fútbol así", dijo a Sky SPorts Italia tras el duelo.
"No estoy bien ahora", reconoció. "Pero merece la pena. Hemos ganado a un equipo fuerte como el Barcelona. Y en los últimos 3-5 años sube cada año el nivel. En un momento estábamos fuera, pero este equipo no se rinde y San Siro es increíble", añadió.
El Inter, gracias a una actuación colectiva envidiable, un trabajo perfecto orquestado por Simone Inzaghi y estos 4 jugadores, protagonistas por encima de todo, disputará la final de la Liga de Campeones el próximo 31 de mayo ante Arsenal o PSG en Múnich. Y no quiere volver a dejar pasar una oportunidad como la de Estambul en 2023. EFE