El cardenal Aveline, un hombre del Mediterráneo

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Luis Miguel Pascual

París, 27 abr (EFE).- Si Jorge Bergoglio aseguró el día de su elección que los cardenales habían ido a la otra punta del mundo a buscar al nuevo Papa, al francés Jean-Marc Aveline habría que ir a encontrarlo al Mediterráneo, el lugar que mejor resume a este cardenal de 66 años, que como su antecesor entiende la necesidad de llevar el mensaje de Cristo a todos los rincones del planeta.

No es el único punto en común entre Aveline y Francisco, con quien compartía la sensibilidad con los más pobres y desfavorecidos y el dolor que le provoca el drama de la emigración, que tiene en el Mare Nostrum uno de sus puntos más mortíferos.

Si es elegido papa Aveline se convertiría en el primer francés desde Gregorio XI, fallecido en 1.378 y cuya sucesión provocó el cisma de Aviñón, y en el decimoséptimo que asciende a la silla de San Pedro.

Nacido en la Argelia francesa, hijo de una familia de trabajadores agrícolas originaria de Andalucía (España) que tras la independencia de ese país africano se trasladó a la metrópoli cuando él tenía cuatro años, Aveline ha desarrollado toda su carrera eclesiástica en Marsella la ciudad más cosmopolita y mestiza del país, un rasgo que ha marcado mucho su personalidad.

"En Marsella hay una gran pobreza (...) donde se comprueba que los esfuerzos para acercarnos al prójimo no solo sirven para conjurar los peligros de la pobreza, también del populismo, que se sirve de la pobreza", aseguraba hace unos años.

Quienes le conocen avanzan su bonhomía, el trato sencillo y cercano que dispensa a sus interlocutores, pero también su inteligencia, "por encima de lo común", según el vicario encargado de las relaciones con el Mediterráneo de la diócesis de Marsella, Alexis Leproux.

Pero también es un prelado capaz de elevar el tono y rebelarse contra ciertos postulados, como cuando denunció los daños que el narcotráfico causaba en su ciudad, que desencadenó una contundente respuesta del presidente, Emmanuel Macron.

"Las redes de narcotráfico han alcanzado tanto poder que superan a la República, sus leyes y su justicia", clamó en 2021.

Aveline se ha convertido en un ferviente defensor de los postulados de Francisco, al que conoció en marzo de 2019 en Rabat, en una visita al rey Mohamed VI y con quien surgió una química especial.

Como Francisco, el cardenal francés se ha mostrado tajante en la defensa de los más desfavorecidos y de los inmigrantes, duro contra la pederastia en la Iglesia, pero prudente en otros frentes polémicos, como el aborto, la eutanasia o el peso de la mujer en la jerarquía.

Frente a otros colegas más timoratos, Aveline elevó el tono contra una Iglesia que durante años ocultó casos de abusos sexuales entre sus clérigos: "Cubren con un velo de vergüenza a nuestra familia".

Nombrado cardenal en 2022, miembro del dicasterio para los obispos y responsable del diálogo interreligioso, Aveline ha cultivado en los últimos años una carrera en Roma que le ha permitido salir de Marsella y formarse la idea de que la Iglesia debe ser menos eurocéntrica.

Su ascenso en la jerarquía francesa y romana de la mano de Bergoglio se interpretó como el intento del Papa de atraerse a una Iglesia roída por los casos de pederastia, que habían llevado a la dimisión de los prelados de París o Lyon, pero también de frenar la creciente influencia de clérigos más conservadores.

Pero también para reconquistar una sociedad donde el catolicismo pierde peso: "La hija mayor de la Iglesia no es la más fiel", asegura.

Aunque su italiano es todavía poco fiable, estaba considerado como el contacto en francés con Francisco, con quien los lazos personales se fueron incrementando con el tiempo.

Originario de la orilla sur del Mediterráneo, su vida y su carrera eclesiástica está muy unida a Marsella, en el norte de ese mar, puerta de entrada de muchos inmigrantes en Europa.

Aveline nació en Sidi Bel Abbés, a 90 kilómetros al sur de Orán, el 26 de diciembre de 1958. Tras la convulsa independencia argelina su familia llegó a la región de París, pero pronto se trasladó a Marsella, donde se hizo cura y fue ascendiendo en el escalafón: obispo auxiliar en 2013, arzobispo en 2019 y cardenal en 2022.

El 2 de abril pasado fue elegido presidente de la Conferencia Episcopal francesa, puesto que debe asumir en julio y que muestra el respeto que se ha ganado entre sus pares en el país, fruto de su propia personalidad, cercana y calurosa, pero también de la proximidad con el fallecido Papa.

Fue él quien logró que Francisco viajara en septiembre de 2023 a Marsella en una visita pastoral muy ligada al drama de la emigración en el Mediterráneo.

Si fuera elegido papa, nadie duda de que su labor se inscribiría en la continuidad del pontífice llegado del otro extremo del mundo, con quien compartió las mismas inquietudes sobre la Iglesia. EFE