Víctor Martí
Barcelona, 25 abr (EFE).- A Hansi Flick le gusta pasear por las calles de Barcelona. No vive en Castelldefels, como la mayoría de futbolistas. Su ‘outfit’ es peculiar. Corporativo y con chandal en las ruedas de prensa. Y casual en el banquillo. Puede vestir piezas básicas de la marca española Ramsos y chaquetas de la firma italiana Stone Island. Las zapatillas On y Autry figuran entre sus marcas de calzado predilectas.
Flick es un ciudadano más de Barcelona. Cuando no está trabajando en la Ciudad Deportiva Joan Gamper, no es extraño verle cenando en algún restaurante próximo al Turó Park, tomando algún refresco en una terraza o de compras junto a su mujer. Lo habitual en cualquier barcelonés, aunque él es, seguramente, el personaje del año en el universo azulgrana.
Pese a las suspicacias que generó su fichaje al no tener ningún vínculo histórico con la entidad ni con la escuela holandesa de Johan Cruyff, el técnico de Heidelberg se ha ganado el cariño de los jugadores, la directiva y la masa social en un tiempo récord.
Los resultados y el juego ofensivo del equipo han ayudado a que su figura sea apreciada por el siempre ambivalente entorno azulgrana, pero su sencillez, humildad y ética de trabajo han acabado por convencer a la idiosincrasia culer.
La filosofía de Flick es el trabajo. Junto a su mano derecha, Marcus Sorg, es el primero en llegar a la Ciudad Deportiva -muchas veces aparece a las 7 de la mañana, incluso antes de que lleguen los trabajadores de seguridad- y el último en salir del recinto de Sant Joan Despí, ya bien entrada la tarde.
También es exigente con sus futbolistas, aunque los protege cuando fallan. No es casualidad pues que la mayoría de los jugadores del primer equipo hayan mejorado su rendimiento bajo sus órdenes. Iñigo Martínez es el ‘kaiser’ de la defensa con 33 años, Pedro González ‘Pedri’ come en la mesa del mejor Iniesta y Robert Lewandowski recuerda a aquel goleador voraz que lideraba al Bayern Múnich.
Públicamente Flick, esposo de Silke, padre de dos hijas y abuelo, es educado y cercano. No han sido pocas las veces que ha parado su coche antes de salir de la Ciudad Deportiva para firmar autógrafos a los muchos aficionados que hacen guardia fuera del recinto.
También ha participado en algunas actividades sociales organizadas por el club. Sin ir más lejos, el día después de clasificarse para la final de la Copa del Rey acudió junto a su esposa a la presentación de una exposición de fotos de la Fundación Barça en el Palau Robert, en el corazón de Barcelona.
En la sala de prensa, es un ‘gentleman’ que con su inglés con acento alemán ha pasado de apenas dar titulares en sus primeras comparecencias públicas a, poco a poco, ir dibujando un relato más marcado, ya sea para denunciar los horarios de LaLiga o criticar la actitud de algunos suplentes del equipo cuando no juegan.
En las ruedas de prensa previas a los partidos, Flick es corporativo. Aparece habitualmente con el chándal del club, un mono de trabajo que cambia en los días de partido con un ‘outfit’ elegante pero informal.
En Barcelona, Flick reside relativamente cerca del Spotify Camp Nou, ahora en obras. La primera vez que visitó el templo azulgrana fue hace dos décadas. Lo hizo invitado por Nike como propietario de uno de los establecimientos que más productos vendía de la marca del bumerán en Alemania. Presenció un Barça-Getafe. Su compatriota Bernd Schuster entrenaba al cuadro azulón.
Ese mismo día expresó su deseo de entrenar al FC Barcelona. Un sueño que está cumpliendo con nota: su equipo es líder de LaLiga, sigue vivo en la ‘Champions’ y este sábado puede levantar la Copa del Rey.
Esta anécdota, que él mismo relató a los medios de comunicación del club azulgrana poco después de su fichaje, describe dos rasgos -sencillez y ambición- de la personalidad de un entrenador que se ha ganado a unos futbolistas que hace un año andaban desnortados y ha domado al entorno azulgrana en un momento institucionalmente convulso.
El establecimiento ‘Hansi Flick Sport und Freizeit’, ubicado en Bammental, su ciudad natal, ya no existe. Más allá de ser uno de los distribuidores predilectos de Nike, cuentan que la tienda se convirtió también en un especie de club social donde se reunían los vecinos de la localidad.
El negocio, del que Flick ya llevaba años en un segundo plano debido a su carrera en los banquillos, bajó la persiana en 2017. El Barça de la temporada 2024-25, como el que durante más de dos décadas fue su negocio, también lleva su nombre. EFE
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