Un paseo por la línea que dividió Beirut en dos, medio siglo después

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Beirut, 13 abr (EFE).- Varias decenas de personas se congregan frente al Museo Nacional de Beirut, uno de los edificios más icónicos ubicados en la frontera invisible que un día dividió la ciudad en dos partes controladas por bandos rivales, al calor de una guerra civil iniciada hace hoy medio siglo.

Van a tomar parte en una ruta por la denominada Línea Verde, uno de los pocos eventos organizados este domingo para conmemorar el quincuagésimo aniversario de un conflicto que asoló el Líbano durante 15 años, pero por el que parte de su fragmentada población aún prefiere pasear de puntillas.

La Línea Verde dibujaba dos mitades claras: a un lado Beirut del Oeste, predominantemente musulmana y en la que se afincó también la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Al otro, la mayoritariamente cristiana Beirut del Este, en manos de milicias del mismo signo respaldadas por Israel.

"Nos surtieron de armamento a través de intervenciones regionales e internacionales, por eso mucha gente cree que no fue solo una guerra civil, sino que fue más como un campo de batalla para un montón de fuerzas internacionales y regionales que tomaron parte en esta guerra", explica la guía, Samira Ezzo, al comienzo del paseo.

Un anciano se acerca al grupo de forma espontánea, confesando que durante aquellos años combatió desde el lado cristiano de la capital. "Los comandantes solían decirme que los musulmanes iban a venir a matarme", comenta, señalando al otro lado de la calle, donde un día comenzó Beirut del Oeste.

En realidad, los barrios orientales de la capital siguen siendo habitados mayoritariamente por cristianos y los occidentales por musulmanes, mientras que tampoco es extraño escuchar a alguna persona mayor referirse "al otro lado" como forma de ubicación geográfica.

El Museo Nacional de Beirut, con sus miles de pedazos de historia, desde sarcófagos fenicios hasta vestigios romanos, fue uno de los edificios que se quedó en el medio de un frente de guerra, en plena divisoria invisible.

Ezzo explica cómo las autoridades trataron de proteger las piezas al inicio del conflicto, rodeando las más grandes de barreras protectoras hechas con cemento y trasladando bajo tierra aquellas que eran más fáciles de mover.

Sin embargo, para cuando la violencia cesó 15 años después, muchas de las obras se habían podrido e incluso un francotirador había decidido agujerear un mosaico bizantino para improvisar una posición privilegiada desde la que disparar a sus adversarios.

En su recorrido hacia Beit Beirut, un centro cultural en un edificio destruido por el conflicto, el grupo accede al interior de otro de los inmuebles agujerados por la metralla que aún se esparcen por la urbe en un recordatorio permanente de las casi 150.000 vidas robadas por la violencia.

En sus paredes semiderruidas, pintadas dejadas atrás por los milicianos izquierdistas que un día se atrincheraron en él.

Y es que la vivienda no solo se ubica en la antigua Línea Verde, sino también junto a donde un día se erigió uno de los cruces para pasar de un lado a otro de ella.

Samira, con la cabeza cubierta por un 'hiyab' o velo islámico, cuenta que su abuelo materno vivía en la zona cristiana de Rmeil y que al estallar la guerra tuvo que huir a Beirut del Oeste en el coche de un amigo. Les pararon en uno de los puestos de control que plagaban las calles.

"Su amigo tenía armas de las que no había dicho nada a mi abuelo y tenían muchísima prisa, no se llevaron nada de casa con ellos excepto documentos y algo de dinero", relata la guía.

Según cuenta, la familia fue llevada a una oficina del Partido Falangista, hoy conocido como Kataeb, desde donde lograron seguir su camino gracias a las conexiones de su amigo cristiano, quien no podía sin embargo cruzar la que con el tiempo pasaría a conocerse como la Línea Verde.

Así, tuvieron que apearse del vehículo y, como muchos otros, cruzar a pie hacia un lado de Beirut que hasta ese momento nunca había sido su hogar.

"Nunca jamás volvieron a vivir en Rmeil, y mis tías, mi madre y mis tíos no saben nada de Rmeil, de donde realmente procedían originalmente", concluyó Samira. EFE

(foto)(vídeo)