París, 13 abr (EFE).- Durante casi 70 años, la consagrada cineasta Agnès Varda vivió en París y capturó la ciudad y sus gentes en diferentes momentos, todo un "espacio de libertad" creativa para su obra, según la investigadora Anne de Mondenard, que ha agrupado y clasificado más de 130 tiradas para una nueva exposición.
El Museo Carnavalet de Historia de París acoge desde esta semana una nueva muestra dedicada a la obra fotográfica de Varda (1928-2019) que refleja su vida en París, que transcurrió la mayor parte de ella en el mismo domicilio del distrito XIV donde, además, contaba con un laboratorio y un estudio fotográfico.
Sus imágenes interactúan con sus películas, de las cuales se proyectan numerosos fragmentos en el recorrido, donde entran en conversación las diferentes facetas de la artista, comprometida con los problemas sociales y la situación de la mujer.
"Encontramos muchos retratos en la ciudad y en barrios a veces marcados por la pobreza. No son necesariamente las zonas más bonitas las que va a explorar. No hay fotografías de Agnès Varda en los Campos Elíseos, por ejemplo, no le interesa", matiza De Mondenard en conversación con EFE en el patio del museo.
Muchas de las fotografías de la exposición, que estará abierta hasta finales de agosto, son imágenes inéditas procedentes de los fondos documentales conservados por su hija Rosalie Varda, en el Instituto de la Fotografía de Lille y en la productora Ciné-Tamaris, fundada por Varda y su marido, Jacques Demy.
Más de dos años de investigación y clasificación han dado lugar a la muestra, que incide en la importancia del taller de fotografía del patio de su casa de la calle Daguerre, reconstruido en la exposición y cuyo proceso de construcción relata ella misma en su filme 'Las playas de Agnès' (2008).
La exposición incluye objetos que formaron parte del mobiliario de la artista, como la placa con su nombre y su famoso corte de pelo que colgaba de la pared del patio o una escultura de su gata Nini, el último adorno que añade a su patio.
También presta especial atención a fragmentos de películas en las que muestra gran preocupación por la visión femenina y los marginados, como 'Daguerrotypes' (1975) -que grabó íntegramente en su calle porque sus hijos eran demasiado pequeños-, 'Una canta y la otra no' (1977) y 'Cléo de 5 a 7'.
La evolución de la artista y la ciudad se refleja a lo largo del recorrido, que comienza con los retratos que hacía una joven Varda de sus compañeras de piso durante su etapa universitaria y que termina con las entrevistas que le realizaban en la última etapa de su vida en el mismo jardín, cuando ya se había convertido en un icono contemporáneo de la lucha feminista y ecologista.
Con esa identificable imagen de ella y su corte de pelo a lo Juana de Arco bicolor, ataviada con un gran abrigo de plumas rojo y unas gafas de sol conjuntadas, la gran Agnès Varda mira a la cámara de la posteridad en el mismo patio donde reveló sus primeras fotografías. EFE
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