A ochenta años de la liberación la memoria española sigue viva en Buchenwald

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Rodrigo Zuleta

Weimar (Alemania), 5 abr (EFE).- Los 80 años de la liberación del campo de concentración nazi de Buchenwald se conmemoran mañana con la presencia de Enric Garriga, hijo de un antiguo prisionero y presidente de una asociación encargada de mantener viva la memoria de los españoles que estuvieron en cautiverio.

Garriga acompañará en los actos conmemorativos a una delegación española, encabezada por el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, que efectuará un homenaje a los prisioneros españoles frente a la placa que se instaló en 2015 en el antiguo bloque 45 del campo en recuerdo de los más de 500 republicanos españoles deportados a Buchenwald.

La mayoría eran miembros del Ejército republicano o refugiados de la guerra civil. Las SS etiquetaron a los primeros como 'Rotspanier' o 'españoles rojos' en la primavera de 1941.

Su número siguió aumentando con los transportes desde Francia a principios de 1944. Al menos 39 de ellos, entre ellos dos judíos españoles, perecieron en el campo de concentración de Buchenwald, según el Memorial de Buchenwald.

Actualmente se calcula que hubo 635 prisioneros españoles en el campo de concentración nazi, si bien esta cifra no puede ser considerada definitiva, explicó a EFE Garriga, presidente de la Asociación Buchenwald o Amical de Buchenwald.

La cifra se está corrigiendo permanentemente con el trabajo de historiadores locales en poblaciones españoles que se enfrentan a la dificultad de que los españoles que llegaron a Buchenwald, a diferencia de otros deportados, no habían sido detenidos en su país.

“Los republicanos españoles fueron hechos prisioneros en Francia”, explicó Garriga, por lo que en las estadísticas muchos los daban por franceses.

El más famoso de los prisioneros españoles fue sin duda el escritor y político Jorge Semprún, detenido en Francia en 1943 y deportado a Buchenwald a finales de enero de 1944.

Actualmente una plaza en el centro de Weimar, ciudad vecina a Buchenwald, lleva su nombre.

Tras la liberación de Buchenwald por el Ejército estadounidense el 11 de abril de 1945, a diferencia de otros prisioneros, los españoles no podían regresar a su país del que habían salido huyendo tras la victoria del franquismo en la Guerra Civil española.

La persistencia de la dictadura en España hizo que el trabajo para conservar la memoria empezara más tarde que en otros países y sólo a partir de los años setenta se empezara a hablar del destino de los republicanos desterrados a Buchenwald y a otros campos nazis.

En ese contexto, Garriga recordó como un momento clave la publicación de 'Noche y niebla: los catalanes en los campos nazis', de Montserrat Roig, con entrevistas de antiguos prisioneros supervivientes realizadas entre 1974 y 1977.

Incluso los propios supervivientes sólo empezaron a hablar de su experiencia muy tarde, como fue el caso del padre de Garriga, Marcel·lí Garriga, que había llegado a Buchenwald el 19 de enero de 1944 y estuvo allí hasta la liberación.

“Como todos sólo empezó a hablar del tema muy tarde. En parte por la situación que se vivía en España con el franquismo y en parte para no revivir las heridas”, explicó Garriga.

“Sólo con la llegada de la democracia los supervivientes empezaron a hablar. Antes lo que había en España era un silencio terrible”, agregó su hijo.

Ahora, 80 años después de la liberación del campo de concentración no quedan prisioneros españoles supervivientes ni de Buchenwald ni de otros campos, pero sus descendientes trabajan para mantener viva la memoria.

“Lo primero es el esfuerzo de los familiares por mantener viva las experiencia de los que estuvieron prisioneros”, dijo Garriga.

“Lo segundo es la parte educativa. Ahora hemos venido con estudiantes de seis institutos españoles”, agregó.

El tercer punto, según Garriga, es recordar permanentemente que cuando se procura mantener la memoria no se está hablando sólo del pasado. “Estamos hablando del presente, de los derechos humanos”, aseguró.

 Garriga también se refirió a la resistencia que hay en determinados sectores de la sociedad española a los esfuerzos por conservar la memoria histórica.

 “La ultraderecha no quiere el recuerdo. Lo odian, lo ridiculizan cada vez que se trata de discutir una ley al respecto”, dijo.

La razón es que muchos son “los hijos y los nietos de quienes hicieron el golpe de Estado y no quieren que se hable de ello”, aseveró.

En su conversación con EFE Garriga hizo alusión al llamado Juramento de Buchenwald, que hicieron en su momento los superivientes liberados.

El texto de ese juramento empieza por rendirle homenaje a los más de 50.000 prisioneros asesinados en el campo.

En total se estima que 277.000 personas estuvieron internadas en Buchenwald entre 1937 y 1945.

Al comienzo el campo se uso como lugar de detención para opositores al nazismo, judíos, testigos de Jehová y homosexuales.

A partir del comienzo de la II Guerra Mundial hubo cada vez más prisioneros extranjeros y en 1943 el 95 % de los internos no eran alemanes. EFE

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