Pekín, 3 feb (EFE).- Los aranceles del 10 % impuestos por Donald Trump a todos los productos chinos podrían afectar a sectores clave de la economía del gigante asiático, donde las exportaciones juegan un papel determinante en un contexto de ralentización por la baja demanda interna y la crisis inmobiliaria.
China ha prometido represalias y podría responder a los gravámenes con nuevos controles a la exportación de minerales críticos para la fabricación de chips, restricciones al acceso a su mercado, una devaluación del yuan o imponiendo tarifas a productos del país norteamericano, según los expertos.
Estas son algunas claves sobre cómo afectarían las tarifas a China y cómo llega la segunda potencia económica del mundo ante una intensificación de su guerra comercial con Washington.
El comercio entre China y EE. UU. es, desde hace décadas, una de las piezas centrales de la economía global. Desde la apertura económica china en la década de 1980, las cadenas de suministro de ambos países se integraron hasta el punto de que Pekín se convirtió en el principal proveedor de bienes manufacturados para Washington, que a su vez invertía en el país asiático y su creciente mercado y le vendía productos agrícolas, maquinaria y tecnología.
En 2023, EE. UU. exportó a China bienes por valor de unos 147.777 millones de dólares, según datos de la Oficina del Censo de Estados Unidos, mientras que las importaciones estadounidenses desde China alcanzaron los 426.885 millones.
El déficit estadounidense fue, por tanto, de 279.107 millones de dólares aquel año y, aunque supuso un descenso respecto a los datos de 2022, Trump ha seguido argumentando que es demasiado favorable a Pekín, especialmente en sectores como maquinaria, textiles y otros productos manufacturados.
Durante su primera presidencia (2017-2021), Trump ya mantuvo una relación tensa con Pekín al imponer varias tandas de tarifas por valor de unos 370.000 millones de dólares anuales, a lo que China respondió con gravámenes a las exportaciones estadounidenses.
El déficit comercial entre ambos llegó a su punto más álgido en 2018, cuando superó los 400.000 millones de dólares, época en la que en Washington se empezaba a debatir sobre la necesidad de 'desacoplarse' de la economía china para evitar dependencias.
En 2020, ambos países firmaron una tregua con un acuerdo preliminar que, no obstante, mantenía en vigor gran parte de los aranceles aplicados en sucesivas rondas.
En cualquier caso, la guerra comercial entre ambas potencias tensó notablemente las relaciones y acabó ramificándose en conflictos en otras áreas, como la tecnológica.
Entre los productos chinos que más sufrirían por los gravámenes se encontraría el manufacturero, destacando el sector de la electrónica. Entre ellos, smartphones, laptops y otros componentes tecnológicos, como chips de gama baja y media, que al tiempo podrían hacer encarecer ciertos productos en EE. UU.
A esto hay que sumar equipos y maquinaria pesada o productos químicos (desde fertilizantes a compuestos esenciales para la producción de plásticos) utilizados en diversas industrias como la automoción, la aeronáutica o la construcción.
También podría verse afectada la industria farmacéutica, puesto que Estados Unidos utiliza ingredientes activos (API) dependiente de proveedores chinos, o el sector textil, pues estos productos conforman una parte importante de las exportaciones chinas.
Según Wang Zhe, economista del portal financiero Caixin, "la creciente incertidumbre podría empeorar el entorno exportador de China, lo que plantearía desafíos significativos para su economía".
Algunos economistas aseguran que la dependencia china de sus exportaciones podría provocar que los aranceles reduzcan su PIB "en un 0,3 % al 0,4 %".
Entre las empresas chinas más conocidas con dependencia del mercado estadounidense destaca Lenovo, productor de ordenadores y dispositivos electrónicos, que podría experimentar una disminución en la demanda de sus productos en EE. UU. por los aranceles.
También Huawei, que ya afronta restricciones en su acceso al mercado estadounidense desde la primera era Trump y cuyo negocio en el país norteamericano se ha reducido significativamente.
Automovilísticas como BYD y vendedoras de partes automotrices también se verían afectadas, si bien los vehículos eléctricos provenientes de China ya afrontan aranceles adicionales. Asimismo, la fabricante de baterías CATL o la productora de paneles solares JinkoSolar podrían verse penalizadas y sus productos encarecidos en Estados Unidos a cuenta de los nuevos aranceles. EFE
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