Bielorrusia, un agujero negro de los derechos humanos

Bielorrusia enfrenta una crisis de derechos humanos, con más de mil presos políticos, condiciones carcelarias extremas, y un sistema represivo que silencia la oposición y limita libertades esenciales

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Minsk, 25 ene (EFE).- Bielorrusia se ha convertido en los cinco años que han transcurrido desde las últimas elecciones presidenciales en un agujero negro de los derechos humanos con más de un millar de presos políticos, de los que siete han muerto entre rejas.

“La situación con los derechos humanos en Bielorrusia es crítica. Las detenciones, registros, arrestos, torturas y juicios no cesan ni un solo día”, comentó a EFE Marina Kostilianchenko, miembro de la prestigiosa organización Viasna.

Los bielorrusos son perseguidos por comentarios en las redes sociales, apoyar a Ucrania en su guerra con Rusia, mostrar solidaridad con los presos políticos o por haber participado en las protestas de hace cinco años.

“El régimen encuentra siempre nuevos motivos para incoar casos penales y perseguir a nuevas categorías de disidentes”, dijo.

La situación se ha exacerbado según se acercaban las elecciones, ya que los ciudadanos han sido privados de la libertad de expresión, de reunión y de asociación.

“En el país no queda ni un solo medio independiente, sindicato, organización de derechos humanos o partido político”, subraya la fuente.

Desde principios de 2021, las autoridades han liquidado 1.455 ONG, once partidos políticos y cuatro sindicatos profesionales.

Según Viasna, 282 presos se encuentran en grave peligro debido a que sufren invalidez, problemas mentales, enfermedades graves y crónicas, o superan los 60 años de edad.

“Es sabido que en las instituciones penitenciarias lograr una revisión o un tratamiento médico especial es muy difícil. Como ejemplo, tener cita para el dentista puede llevar más de un mes de espera”, apunta.

Las duras condiciones laborales, la insuficiente alimentación, la constante presión psicológica y presión de los funcionarios de prisiones lleva a un agravamiento de las enfermedades.

Y recuerda que son cuatro los presos políticos que han fallecido en prisión en 2024 y siete desde 2020.

En unos casos, el motivo fue la neumonía -Vadim Jrasko-; en otros, problemas cardíacos -Ígor Lednik y Alexandr Kulinich-; y en cuanto al ruso Dmitri Shletgauer, de 22 años, la causa oficial fue la asfixia.

Por ello, Viasna exige la “liberación” de todos los presos políticos y la excarcelación “inmediata” de los citados 282.

El fundador de Viasna, Ales Bialiatski, está incomunicado desde que en mayo de 2023 fuera trasladado a la tristemente célebre prisión número 9 de Gorki en la región de Moguiliov, conocida por sus duras condiciones de encierro.

El Nobel de la Paz en 2022 es enviado durante meses por los funcionarios de prisiones a celdas en solitario, donde le deniegan la recepción de paquetes y medicinas.

Bialiatski, de 62 años, sufre enfermedades crónicas, lo que no impide que se vea obligado a trabajar seis veces a la semana, por lo que Amnistía Internacional ha pedido su inmediata liberación.

Otro preso político con el que el Gobierno bielorruso se ensaña especialmente es Serguéi Tijanovski, el marido de la líder de la oposición en el exilio, Svetlana Tijanóvskaya, que lleva casi 700 días en régimen de incomunicado.

Además, según su esposa, la familia de Serguéi no tiene noticias suyas desde hace más de cuatro años. La única excepción fue el vídeo publicado en julio de 2023 por los servicios penitenciarios, en el que se ve a un Tijanovski claramente desmejorado.

Viasna, que tiene otros cuarto de sus miembros en prisión, equipara las condiciones en las que viven los presos políticos con la tortura, ya que son privados de las necesidades más cotidianas y carecen casi totalmente de contacto con el mundo exterior.

Además, son sometidos a constante presión psicológica, se les impide recibir visitas, llamadas o cartas, y son castigados sin justificación alguna.

Lukashenko ha liberado a unos 300 presos políticos desde mediados de 2024 con vistas a las elecciones, en su mayoría enfermos, ancianos y padres de familias numerosas.

La activista saluda el indulto a los presos, sean cuales sean, aunque recuerda que es condición indispensable para ello que los reos admitan su culpa.

“Difícilmente algunos de los importantes representantes de la oposición o de los defensores de los derechos humanos dará ese paso. Y es que ninguno de ellos reconoció su culpa durante los juicios”, dijo.

Y recuerda que la liberación de dichos presos, como es el caso también de María Kolésnikova, estrecha aliada de Tijanóvskaya, depende más de la voluntad política del régimen y de lo que le ofrezcan las cancillerías occidentales.EFE

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