Planeta Fitur

Fitur 2025 reúne a cientos de expositores de todo el mundo, donde destacan las tradiciones de países como México y las propuestas culturales de Europa, Asia y África en un espacio turístico internacional

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Jesús Lozano

Madrid, 23 ene (EFE).- El mundo se asoma estos días a la Feria Internacional de Turismo (Fitur) de Madrid, donde las distancias geográficas, culturales y de otro tipo parecen reducirse gracias a la experiencia viajera que ofrecen cientos de expositores de países, regiones y empresas en un solo recinto de varios pabellones.

Un escaparate internacional que une paisajes, culturas, tradiciones y pueblos diversos y los pone al alcance de la mano.

Permite conocer, con solo recorrer unos metros, desde los fríos fiordos escandinavos hasta las cálidas playas mediterráneas de Europa o toda la variedad de Portugal y sus regiones, que este año ocupan un lugar preferente de uno de los pabellones europeos.

Italia, aparte de su gran patrimonio histórico y artístico, promociona su gastronomía con fotografías gigantes de bolas de helado que penden del techo y una reinterpretación de 'El nacimiento de Venus' de Boticelli, donde una joven con el rostro de la diosa del amor come pizza.

Y España, anfitriona y potencia turística mundial, apuesta fuerte, como cada año, con una presencia sobresaliente como país y todas y cada una de sus regiones.

También tratan de abrirse paso en el competitivo mercado turístico internacional Albania o las repúblicas balcánicas y centroasiáticas, aunque con instalaciones menos espectaculares; y Bulgaria y Rumanía nos enseñan su folclore y patrimonio arquitectónico.

 

Cada cual intenta hacerse notar a su manera en Fitur 2025, la feria de turismo más importante del mundo, que comenzó el miércoles en la capital de España y terminará el domingo.

Algunos lo hacen por todo lo alto, como México, que ofrece intensamente lo más genuino de su folclore y tradiciones en unas amplias instalaciones, situadas en lugar preferente del pabellón de América. En 2026 será país protagonista de Fitur, después de que este año desistió y le tomó el relevo el gigante suramericano, Brasil.

Algunos de sus vecinos tienen una representación más modesta, como Venezuela y Nicaragua, pero todos son conscientes del valor socioeconómico del sector y la importancia de estar en Fitur, una de las ferias de turismo más importantes del mundo.

Con mayor o menor despliegue, nada es comparable con el bullicio y el colorido del pabellón de Latinoamérica, donde la afluencia de profesionales y curiosos es notablemente mayor que en los espacios dedicados a otros continentes.

Miles de fotografías de profesionales y curiosos reflejan cada día la variedad de actuaciones musicales y bailes típicos o trabajos de artesanía que se desarrollan en los estands.

Unos visitantes tratan de cerrar negocios y otros de informarse sobre destinos y, de paso, degustar la gastronomía y 'cazar' algún pequeño recuerdo como un collar, una pulsera o un sombrero tradicionales.

En el Extremo Oriente, China y Japón combinan su cultura y tradiciones milenarias con la modernidad de sus grandes ciudades y los avances tecnológicos de última generación.

Y el baile y la música de Filipinas nos recuerdan la influencia española.

En el norte de África, Marruecos recibe al visitante como 'Reino de la luz' y una simulación de arquitectura típica, a la vez que un calígrafo se ofrece a escribir con pluma el nombre en caracteres árabes de los curiosos que se acercan.

Túnez muestra sus azulejos y Mauritania representa una estampa de vida cotidiana en una estancia tradicional.

Países subsaharianos muestran su música, artesanía, vivencias étnicas y actividades de aventura y naturaleza, como los safaris, mientras un 'jirafa humana' promociona un hotel a las puertas del parque del Serengueti, en Tanzania.

Los acuerdos de paz de Oriente Medio también tienen eco en Fitur, donde están presentes tanto Israel como Palestina. "Volvamos a Tierra Santa", animaron este jueves los franciscanos, custodios de los Santos Lugares, confiados en que la tregua que acaban de alcanzar Israel y Hamás perdure en el tiempo.

Y es que conocer otros lugares y gentes es medicina para el cuerpo y el espíritu porque, como escribió Miguel de Cervantes en 'El Quijote': "El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho".EFE

(foto)