Rostyslav Averchuk
Leópolis (Ucrania) 21 ene (EFE).- Mientras Ucrania se declara abierta a hipotéticas negociaciones y Rusia insiste en la capitulación total de Kiev, las fuerzas ucranianas pierden terreno en el frente en medio de la falta de armas y problemas internos pero evitan por ahora un colapso de la extensa línea de contacto y buscan agotar los recursos rusos.
Tras capturar Kurájove y cercar Velika Novosilka, las fuerzas rusas avanzan con paso firme cerca de Pokrovsk y otras partes de la línea del frente en el este.
A pesar de la firme oposición del Ejército ucraniano, los rusos están avanzando en Toretsk y Chasiv Yar, obstáculos clave en su camino hacia las densamente pobladas Kramatorsk y Sloviansk, ciudades clave de la región oriental de Donetsk.
Sin embargo, Rusia no podrá mantener esa presión indefinidamente, declaró a EFE Oleksi Melnik, del Centro Razumkov y antiguo asesor del ministro de Defensa ucraniano.
Según Melnik, el Ejército ucraniano impide actualmente un avance importante de los militares rusos mientras espera más apoyo del exterior y busca frenar a las tropas rusas, a medida que se acumulan sus pérdidas de equipos y personas.
El precio de la guerra de desgaste
En términos puramente militares, Rusia pagó un alto precio por capturar menos del 1 % del territorio de Ucrania el año pasado y no ha conseguido ningún resultado estratégico en el campo de batalla, señaló Melnik.
Aunque el Ejército ruso tiene ventaja sobre Ucrania en equipamiento clave, sus pérdidas de material empiezan a notarse en el campo de batalla.
Rusia dispara aproximadamente el triple de proyectiles de artillería que Ucrania, pero el Ejército ucraniano es más capaz de destruir la artillería enemiga con armas más precisas y de mayor alcance, explicó a EFE Oleksandr Kovalenko, analista militar del Grupo de Resistencia Informativa.
Rusia ha alejado su artillería de la línea del frente para evitar su destrucción, escribe el bloguero militar 'Oficial'.
El impacto de los drones ucranianos en el campo de batalla y de los ataques de largo alcance contra bases petrolíferas rusas en el suministro de combustible hacen que el Ejército ruso utilice con más moderación los tanques y otros vehículos blindados que le quedan.
En su lugar, sus soldados utilizan cada vez más coches civiles, cuadriciclos, motocicletas o incluso bicicletas en sus asaltos.
En busca de soluciones
Mientras Rusia se debilita con la guerra de desgaste, Ucrania se enfrenta a sus propios problemas, como la grave escasez de infantería.
Todavía no ha resuelto múltiples cuestiones como la calidad de la organización militar, del mando y de la formación.
Además, Rusia utiliza bombas aéreas guiadas en lugar de artillería, gracias a su superioridad en aviación, y también está incrementando el uso de drones kamikaze.
La artillería norcoreana -menos fiable pero abundante- está empezando a desempeñar un papel relevante, según las noticias que llegaban el lunes de la zona cercana a Limán.
Con todo, la guerra en 2025 estará marcada por la creciente dependencia de Rusia de la infantería, señala Kovalenko, ya que seguirá tratando de abrumar a los defensores mediante el número.
Ucrania podría revertir la situación si orienta su producción militar hacia armas que puedan detener con mayor eficacia las "olas humanas" rusas y si recibe el apoyo pertinente de los socios en el exterior, argumentó Kovalenko.
La reserva de soldados de Rusia tampoco es infinita, agregó, al aludir a las primas cada vez mayores que los dirigentes rusos ofrecen a los nuevos reclutas en un intento de evitar una movilización impopular.
A pesar del fracaso a la hora de expulsar a las fuerzas ucranianas de la región de Kursk y de las crecientes pérdidas, Rusia ha conseguido crear la ilusión de invencibilidad entre algunos de los socios extranjeros de Ucrania y está maximizando la presión para reforzar su posición en unas hipotéticas negociaciones, señaló Melnik.
Aunque las tropas ucranianas dan muestras de fatiga, muchos consideran que la insistencia de Rusia en la capitulación de Ucrania no les deja otra opción que aguantar.
Oleksandr, un programador de 37 años de Leópolis (oeste) que fue movilizado hace un año y actualmente combate cerca de Pokrovsk, afirma que la situación allí es "calamitosa".
Sin embargo, es vehemente al afirmar que aceptar un alto el fuego con las condiciones de Rusia sería mucho peor.
"Rusia se recuperará de sus pérdidas y volverá a atacar, mientras que nuestros socios se olvidarán de nosotros en cuanto comience un alto el fuego. Por muy difícil que sea ahora, tenemos que seguir luchando", declaró este soldado a EFE. EFE
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