Manuel Sánchez Gómez
Londres, 16 dic (EFE).- En la temporada 1992-1993, la primera con denominación de Premier League, había 16 entrenadores ingleses, cuatro escoceses, un galés y un irlandés en los banquillos de esta liga. Han pasado 32 años desde aquel campeonato que ganó el Manchester United y a días de iniciarse el 2025 y tras los despidos de Gary O'Neill y Russell Martin solo quedan dos ingleses y un norirlandés en la Premier.
En mayo de 2012, la federación inglesa levantó el centro de desarrollo deportivo de St. George's Park, ahora cuartel general de la selección inglesa, y lo hizo con la idea de mejorar los estándares de los entrenadores ingleses y que más de estos llegaran a la élite.
Esa temporada, la 2012-2013 tuvo a nueve británicos en los banquillos, marcando el claro declive de los entrenadores patrios y la apertura de una liga a los extranjeros, después de que Arsene Wenger, con su llegada en 1996 al Arsenal, fuera el primero no británico en conseguirlo.
Ahora, la Premier League ya solo tiene a tres británicos en sus filas: dos ingleses, Eddie Howe (Newcastle United) y Sean Dyche (Everton) y un norirlandés (Kieran McKenna).
Es obvio que la Premier se ha beneficiado de las influencias extranjeras y que el mejor fútbol que se ha practicado en las islas ha venido de la mano de entrenadores como el propio Wenger o como Pep Guardiola. De hecho, ningún técnico inglés (británicos sí) ha conquistado la Premier League.
Pero pese a que la apertura internacional es positiva, lo cierto es que la Premier echa de menos a técnicos propios a un nivel muy superior al resto de grandes ligas europeas.
En la Serie A hay 16 técnicos italianos, en España hay 15, en Francia, 10 y en Alemania, nueve.
Hasta 1996, todos los entrenadores de la liga eran británicos o irlandeses, mientras que en la actualidad hay diez nacionalidades distintas en los banquillos y la predominante es la española, con cinco técnicos.
Un argumento a esgrimir es que los mejores técnicos del mundo llegan a la Premier League y que eso deja menos espacio al resto, pero, sin embargo, los ingleses tampoco tienen sitio en el resto de grandes ligas.
De los 76 trabajos disponibles entre las otras cuatro grandes ligas (Alemania, Italia, España y Francia), solo dos están ocupados por técnicos ingleses. Estos se refieren al Estrasburgo, con Liam Rosenior, y el Lens, con Will Still.
Un caso distinto es el de las divisiones inferiores de Inglaterra, donde es más fácil la proliferación de talento patrio. En el Championship (Segunda división), quince de los 24 entrenadores son británicos, en League One (Tercera división), todos son británicos o irlandeses, y en League Two (Tercera división), solo un portugués y un jamaicano se cuelan en los banquillos.
Esta falta de entrenadores en la élite es una de las razones por la que se criticó la contratación de Thomas Tuchel como entrenador de la selección inglesa. El alemán no es el primer extranjero en dirigir a los 'Tres Leones', tras Sven Goran-Eriksson y Fabio Capello, pero sí es el primero en asumir este trabajo en pleno declive de los entrenadores ingleses en la Premier League.
Parte de la opinión pública que este trabajo debería estar reservado para un entrenador inglés y que, si no es el caso, los más de 100 millones de libras que se invirtieron en St. George's Park hace más de una década no son más que un fracaso.
La realidad también explica que, ahora mismo, los mejores entrenadores ingleses sin trabajo son Graham Potter, que lo hizo bien en el Brighton, pero fracasó en el Chelsea, y Gareth Southgate, que llevó a Inglaterra a dos finales de la Eurocopa, pero que su experiencia a nivel de clubes se reduce al Middlesbrough, con el que ganó menos del 30 % de los partidos que dirigió. EFE
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