
Las autoridades de Países Bajos han comenzado este lunes a imponer controles en las fronteras terrestres con Bélgica y Alemania para tratar de contener la inmigración ilegal, dentro de una nueva estrategia con la que el actual Gobierno plantea también agilizar las expulsiones.
La ministra de Asilo y Migración, Marjolein Faber, miembro del ultraderechista Partido de la Libertad (PVV), ha sido la encargada de oficializar los cambios desde la localidad fronteriza de Eijsden. Durante los próximos seis meses, habrá interceptación aleatoria de vehículos y controles móviles que se aplicarán también en trenes.
Faber ha insistido en que no se prevén problemas de circulación en la zona y las propias fuerzas de seguridad han admitido que no tienen recursos suficientes para imponer una vigilancia permanente en todos los accesos. Países Bajos tiene unos 840 pasos fronterizos.
La ministra ha salido al paso de las críticas y ha recalcado que el objetivo es reducir el flujo migratorio de manera tangible. "No creo que sea una política simbólica en absoluto", ha afirmado este lunes.
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