David Asta Alares
Manila, 18 nov (EFE).- Filipinas ha vivido estas semanas en un incesante estado de preparación, evaluación de daños y operaciones de socorro debido a la inusual avalancha de seis tormentas tropicales consecutivas en menos de un mes que han dejado al menos 164 muertos, la última de ellas el supertifón Man-yi, cuyos efectos se continúan sintiendo este lunes en el archipiélago.
Aunque Filipinas experimenta en torno a una veintena de ciclones al año, los expertos subrayan la persistente frecuencia de estas últimas tormentas, que se han producido relativamente fuera de temporada y que han afectado a unas 10 millones de personas.
"No recuerdo, y llevo mucho tiempo por aquí, haber visto tantos (ciclones) de esta intensidad", afirmó recientemente el presidente filipino, Ferdinand Marcos Jr., antes de afirmar que la crisis climática multiplica la incertidumbre y frecuencia de los desastres.
"Es la nueva realidad a la que nos enfrentamos", dijo.
Se trata de "la primera vez desde que comenzaron los registros en 1951 que coexisten tantas tormentas en la cuenca del Pacífico en noviembre", dijo esta semana la NASA, citando a la Agencia Meteorológica de Japón.
Marcos afirmó hoy que Man-yi o Pepito, como se conoce a la tormenta localmente, dejó al menos un fallecido y un rastro de importantes daños materiales en el país tras tocar tierra en el norte dos veces el fin de semana.
El falleciminento tuvo lugar en la provincia de Camarines Norte, una región cercana a la isla de Catanduanes donde el supertifón tocó tierra por primera vez en la noche del sábado.
En Catanduanes, Man-yi golpeó la costa con vientos sostenidos de hasta 195 kilómetros por hora y dejó un rastro de casas destruidas, árboles arrancados, provocando también cortes de electricidad, según informaron en las redes sociales varias oficinas de gestión de desastres municipales.
La tormenta tropical Trami, conocida localmente como Kristine, golpeó Filipinas a finales del pasado octubre y es la más mortífera de la serie de seis ciclones que han afectado a las islas en menos de un mes.
Las lluvias torrenciales desataron una serie de avalanchas en varias partes de la isla norteña de Luzón, la mayor del archipiélago, que sepultaron casas por completo dejando casi 140 muertos y siete millones de afectados.
A penas unos días después, el 2 de noviembre, el supertifón Kong-rey afectó nuevamente al norte de las islas en su paso hacia Taiwán.
Las autoridades del país asiático señalan en su último balance que los efectos combinados de ambas tormentas dejaron al menos 162 muertos, 137 heridos y 22 desaparecidos.
Tras las tormentas, y con la Agencia Meteorológica de Filipinas (PAGASA) advirtiendo del avance de un nuevo ciclón, políticos y medios de comunicación denunciaron fallas en los mecanismos de alerta y de evacuación.
El tifón Yinxing dejó un muerto y un herido a su paso por el norte de Filipinas el 7 de noviembre, según el Consejo Nacional de Gestión y Reducción de Riesgo de Desastres filipino (NDRRMC, en inglés).
Tras las críticas vertidas por la gestión de las anteriores tormentas, las autoridades comenzaron a ordenar de forma más contundente la evacuación forzosa de aquellas personas en riesgo de inundación.
Toraji, que tocó tierra en la provincia norteña de Aurora el pasado 11 de diciembre, y Usagi, el pasado 14 de noviembre, dejaron entre ambos 11 heridos. Ante la llegada de Man-yi, las autoridades evacuaron en total a más de 650.000 personas en varias provincias, incluyendo Ciudad Quezón, la mayor del área metropolitana del Gran Manila.
En total, el número de afectados por la serie de ciclones asciende a más de diez millones de personas, según cifras de la NDRRMC.
"Tan pronto como las comunidades intentan recuperarse del golpe, la siguiente tormenta tropical ya las está azotando de nuevo. En este contexto, la capacidad de respuesta se agota y los presupuestos se agotan», constató el representante de Naciones Unidas en Filipinas, Gustavo González, en un comunicado emitido la semana pasada.
Los seis ciclones consecutivos han dejado pérdidas en el país por valor de 308 millones de dólares (unos 292 millones de euros), según cifras de la NDRRMC, con Trami y Kong-rey como los más devastadores.
Una parte importante de los daños se concentra en el vital sector agrícola, con 119 millones de dólares en pérdidas, afectando a decenas de miles de campesinos, lo que obligará a Filipinas a importar unos 4,5 millones de toneladas de arroz para abastecer la demanda. EFE
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