
Hay en el gesto de Nicolás Martella el de un cazador del instante, el de un artista que construye una evocación sobre lo finito, lo ínfimo, y, a través de la acumulación, de la superposición, de un ensamble de vidas ajenas, construye una ramificación de memorias infinitas.
Es interesante ese mecanismo, en el que va del átomo, de lo mínimo, para construir una narrativa expandida que le es propia, pero que sigue siendo ajena, porque le pertenece como no. Es un gesto fotográfico, sí; posfotográfico, también, como un amor después del amor, en el que toma imágenes ajenas y las hace propias, sus preciosas, las acumula, toma sus almas, devora las chispas, con en eso de Cartier-Bresson del “instante decisivo” y convierte lo tomado, lo extenuado, lo humorístico, en una pléyade de posibilidades.
Es un gesto mecánico el de Martella, hay algo de lo obsesivo, de lo maniático, y también inmensamente poético con el que se presenta en Nada personal, una exposición semi antológica en la que a lo largo de todo el Espacio OSDE despliega con recorrido por más de una década de proyectos que exploran la recolección, el archivo y la memoria a través de procedimientos tan diversos como la fotografía, el escaneo, la acumulación de objetos y la apropiación de imágenes digitales.
La exposición, curada por Joaquín Barrera, revela la complejidad y la riqueza de una obra que se construye a partir de operaciones sencillas, pero cargadas de sentido, humor y una profunda reflexión sobre el arte y la vida cotidiana. Martella toma, toma, toma y construye, y una vez en el espacio las piezas ya no necesitan traducción.

“A diferencia de otros artistas que trabajan con piezas individuales, Martella desarrolla su obra en torno a proyectos que no pueden escindirse de su globalidad”, dice Barrera sobre la puesta en la que se introducen siete proyectos, cada uno con su propio universo, pero todos atravesados por la lógica de la recolección y el archivo.
La expo comienza con una única fotografía de 2005, que le valió a Martella el primer premio del certamen artístico de OSDE, inspirada en “Las espigadoras” de Millet, en la que se retrata a recolectores de papa y que subraya el gesto de recolectar como operación central en su obra.
En la entrada del espacio se observa a “El paraíso de los creyentes”, iniciado en 2013 y aún en desarrollo, una biblioteca-colección de libros cuyo título comienza con “El arte de”. Así, en esta babel sobre la utilidad técnica, se podría desde aprender a criar conejos, a besar, a tirarse pedos, como a amar.

Martella ha reunido casi 200 ejemplares - de los cuales en la muestra se exhiben más de 100- y los títulos siguen agrandándose a partir de compras en librerías, hallazgos en MercadoLibre y donaciones de amigos y conocidos, quienes incluso le avisan cuando encuentran un libro que podría interesarle.
“El título del proyecto proviene de un guion escrito por Borges y Bioy Casares, nunca filmado, pero editado como libro, y remite a la idea de que en la acumulación de todos los libros sobre arte podría encontrarse una respuesta totalizadora, un “paraíso” para quienes creen en los libros", explica Martella.
Para la serie “Autorretratos”, presentada por primera vez en 2012, Martella envió un correo electrónico a todos sus contactos solicitando una captura de pantalla de sus escritorios de computadora. Recibió respuestas de más de 120 personas, de los cuales seleccionó 25, buscando “representar la diversidad visual y personal de los participantes”.

La serie permite múltiples lecturas y recortes, ya que cada escritorio refleja aspectos íntimos y cotidianos de sus dueños, y la edición final depende tanto del artista como de la mirada del espectador. Martella sostuvo que “la edición no reside en la selección de imágenes, sino en la posibilidad de que cada visitante encuentre su propia narrativa dentro del conjunto”.
En otro proyecto, “Estilo e iconografía”, realizado en colaboración con Manuel Fernández, se produce una recopilación y escaneo de imágenes de obras de arte tomadas de apuntes y fotocopias universitarias. Así, las imágenes, ampliadas a una altura uniforme y sin manipulación, conservan las marcas y accidentes propios de la fotocopia, como bordes irregulares o manchas.
A partir de este archivo, que reúne casi 200 imágenes y de estudiantes solo se exhiben ocho, se evoca la materialidad de la educación artística y como también el acercamiento -pre internet- que generaciones de estudiantes tuvieron a grandes obras de la Historia del arte, en un ejercicio de memoria colectiva.

En otra de las salas, se encuentran la serie de “Fotografías de cumpleaños”. Durante 13 años, Martella compró todos los diarios que pudo conseguir el día de su cumpleaños, recortó las imágenes y las archivó con etiquetas. Cada panel de la exposición corresponde a un año, y la cantidad de imágenes varía según la disponibilidad de diarios y suplementos. En total, el archivo suma 1.184 capturas, aunque no todas se exhiben simultáneamente.
El proyecto, explicó el artista, surgió de una anécdota: en los primeros años, recortaba fotos de los diarios de sus vecinos y luego devolvía los ejemplares sin las imágenes, hasta que decidió “comprar los diarios para evitar problemas”.
La disposición warburgriana simula “tanto una capilla como un vía crucis”, dijo Barrera, e invita a una lectura inmersiva y fragmentaria, donde cada visitante puede encontrar conexiones personales o históricas, como la aparición de personajes reconocidos o eventos políticos.

En “La realidad de la luz”, Martella fotografió todas las paredes de las 42 salas del Museo Nacional de Bellas Artes entre 2015 y 2016, obteniendo 52 instantáneas, debido a que algunos espacios tenían dos colores. Cada imagen incluye una chapita que indica la sala correspondiente, muchas de las cuales ya no existen o han cambiado de función. El proyecto funciona como un registro documental y conceptual, donde la recolección de colores y texturas de las paredes se convierte en un archivo de la memoria institucional y material del museo, con imágenes que al acercarse revelan las marcas, arañazos y otros detalles de las superficies.
Sobre uno de los laterales de esta sala, en un atril, se encuentra el libro El “Salón de los rechazados”, un trabajo en el que se documentó el patrimonio oculto del Palais de Glace. Con una beca del ex Ministerio de Cultura en 2020, Martella accedió a un archivo de más de 1.500 obras que habían sido presentadas para el Salón Nacional y que luego, al no ser ganadoras, fueron abandonadas por sus autores.
El proyecto consistió en registrar y catalogar estas obras, muchas de las cuales nunca fueron seleccionadas ni premiadas, y que permanecían en un limbo legal y administrativo. Martella decidió no rechazar ninguna obra, evitando así un “triple rechazo” y otorgando visibilidad a piezas marginadas del circuito oficial. El resultado se materializó en un catálogo virtual, diseñado siguiendo el formato tradicional del Salón Nacional.

Tras pasar un cortinado se ingresa a la última sala, tras el que Nada personal se convierte en una experiencia íntima y, a su vez, ajena, en el que la privacidad hecha pública nos habla un poco sobre una realidad que, por conflictiva, se suele omitir: nuestras imágenes, aquellas vacaciones, los rostros de los que amamos, en realidad, ya no nos pertenecen por más que se los resguarde en perfiles cerrados de redes sociales. Ya son de otros, de empresarios y CEOS que las acumulan en una nube, por la que también se paga. Así, la manera en que tenemos de construirnos como cosa pública, aunque sea para un grupo limitado, es en realidad una cárcel donde se proyecta un pasado.
Pero el proyecto “Mis archivos recibidos” es previo a todo este escenario, aunque tienen mucho en común. Durante varios meses de 2008, Martella recorrió cibers de La Plata y recopiló en un pendrive las fotos que los usuarios dejaban en las computadoras.
En el espacio, y por primera vez, se revelan las 1.507 imágenes de ese archivo, que constituyen un retrato arqueológico de una época de transición tecnológica, cuando la fotografía digital comenzaba a desplazar a la analógica y la privacidad de las imágenes personales se volvía más vulnerable.

Las fotos incluyen desde momentos muy íntimos, a autorretratos, escenas familiares como personas haciendo asados o tomas de una Bombonera semivacía en un partido dominical, hay también trabajos universitarios, varios planos e incluso unos incipientes memes.
En esa propuesta, también caleidoscópica, se refleja la diversidad de usos y apropiaciones de la imagen digital en aquellos primeros años de la masificación digital, en tamaños diferentes según la calidad del aparato captor. En ese sentido, Barrera subrayó “la ausencia de edición en la selección, mostrando todas las imágenes recopiladas y permitiendo que el espectador descubra patrones, coincidencias y diferencias culturales”.
¿Cuántas imágenes recopiló Nicolás Martella en su quehacer?, ¿a quién le pertenecen o, mejor dicho, hay algo que nos sea solo propio en el mundo de las imágenes? Si una pieza de arte -desde un libro a una pintura o un filme- no le pertenece a su creador desde el momento en que la expone, sino al público, ¿podemos pensar que todo, a fin de cuentas, nace para ser visto?
Nada personal se articula entre la memoria, y los usos tecnológicos en la vida cotidiana, entre la recolección y el archivo, entre un raspón en la pared y un recorte de diario. Es un pasado presente, una mirada hacia atrás con ojos contemporáneos: una recopilación de memorias propias, de instantes olvidados, que construyen una lectura sobre lo efímero que es lo colectivo.
*“Nada personal”, de Nicolás Martella, en Espacio OSDE, Arroyo 807, CABA. De lunes a sábados de 12 a 20 hs. Entrada gratuita.
Últimas Noticias
La masacre de Nowogródek: la madrugada en la que los nazis ejecutaron a sangre fría a 11 monjas
El crimen en 1943 de las hermanas nazarenas sigue generando teorías sobre su verdadero motivo mientras fieles visitan la fosa donde fueron enterradas

Cómo hacer una estocada perfecta
Este ejercicio funcional activa los grandes grupos musculares de las piernas y los glúteos, contribuyendo a una mayor estabilidad y movilidad articular con la técnica adecuada

Calendario lunar de julio 2025: cuándo habrá luna llena y todas las fases de la luna
Desde la Luna nueva hasta el cuarto creciente, el ciclo de este mes ofrece momentos ideales para sembrar, cortar el pelo o iniciar nuevos hábitos según la fase

Receta de pimientos rellenos con queso crema, rápida y fácil
Crujientes, coloridos y con un relleno cremoso que se puede personalizar, estos bocados son la nueva sensación del aperitivo, listos para disfrutar tanto fríos como gratinados

Receta de rollos de canela con glaseado de queso crema, rápida y fácil
Una opción perfecta para satisfacer antojos dulces sin complicaciones, con ingredientes simples y pasos claros, logrando un postre tentador en pocos minutos
