La historia más “rara” y “divertida” del antiguo Egipto, contada por un egiptólogo: “Si es tan pequeño como dices, se va a escurrir y adiós mi regalo”

José Manuel Galán, egiptólogo, profesor de Investigación del CSIC en el Instituto de Lenguas y Culturas del Mediterráneo y Oriente Próximo, y Director del Proyecto Djehuty en Luxor, acude el pódcast ‘Desenterrando el pasado’ de la Fundación Palarq

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El egiptólogo José Manuel Galán
El egiptólogo José Manuel Galán en el pódcast 'Desenterrando el pasado' de Fundación Palarq (Fundación Palarq)

Imaginar cómo sería la vida hace miles de años puede ser un tanto difícil. Pero, teniendo en cuenta que los restos más antiguos de Homo Sapiens encontrados hasta ahora (Jebel Irhoud, Marruecos) tienen unos 300.000 años de antigüedad, en realidad lo extraño, desde una perspectiva total de la historia del ser humano, es la vida actual.

En apenas unos pocos siglos, el mundo entero se ha ido transformando exponencialmente: la vida no cambió demasiado entre el siglo XIV y el XV; ni entre el XV y el XVI; pero entre el XX y el XXI - o desde los 80 hasta hoy - todo parece bastante diferente. Teniendo en cuenta la velocidad del cambio, tiene sentido suponer que, en realidad, a los seres humanos no les ha dado tiempo para reaccionar y cambiar de forma significativa en la mayoría de aspectos. Socialmente sí, claro; y también en cuanto a las vidas que se llevan; pero en esencia, de existir en un vacío, una persona de hoy no sería muy distinta de una del pasado.

El río Nilo (Shutterstock)
El río Nilo (Shutterstock)

De vez en cuando, los arqueólogos encuentran algún recordatorio de todo esto, enterrado por el paso del tiempo, que deja entrever la continuidad del ser humano en su forma de ser y su forma de pensar, en sus problemas y en sus hábitos, desde lo más antiguo - de lo que se tiene registro - hasta hoy en día. Por ejemplo: existe una tablilla egipcia - en el British Museum, para variar - de más de 3.000 años de antigüedad (del año 1.250 a.C.) que fue utilizada como un registro de los días de ausencia al trabajo de cuarenta trabajadores, con causa incluida. ¿Los motivos que daban? Un tal Pennub faltó al trabajo porque su madre estaba enferma. Un tal Huynefer “sufría con su ojo”; o un Seba, que fue picado por un escorpión. Algunos empleados tuvieron que faltar para embalsamar a un familiar fallecido. Otros, por “preparar cerveza”, “ir a buscar piedras”, “ayudar al escribano”, o el “sangrado de esposa o hija”.

El regalo para el rey niño

Recientemente, la Fundación Palarq se ha sentado con José Manuel Galán, egiptólogo, profesor de Investigación del CSIC en el Instituto de Lenguas y Culturas del Mediterráneo y Oriente Próximo, y Director del Proyecto Djehuty en Luxor (Egipto) para el pódcast Desenterrando el pasado. En el episodio, el egiptólogo contó “una de las cosas más raras y divertidas” que se ha encontrado a lo largo de su profesión.

Según cuenta, “es la biografía de un personaje que vivió en torno al año 2.000 - 2.300 antes de Cristo”. En su biografía, el personaje cuenta como “remonta el Nilo hasta el centro de África y se trae un pigmeo para el rey”. Con pigmeo se refería a un individuo procedente de alguno de los pueblos de las selvas de la región ecuatorial de África - y en grupos aislados en Borneo y Nueva Guinea - que se caracterizan por su baja estatura. José cuenta como el rey - que por aquel entonces era un niño -, al recibir la carta, escribió de vuelta, diciendo: “Estoy flipando con lo que tú me estás contando que me traes. Por favor, que no se te caiga al agua“, contestó el rey niño. “Pon vigilantes en el barco, porque si es tan pequeño como dices, se va a escurrir y adiós mi regalo”. Para José, “imaginarse esa situación del rey niño esperando al pigmeo que le traen en barca y diciendo ‘que no se os caiga el pigmeo, que me dais un disgusto’” resulta especialmente gracioso.